"La señora Shakespeare Smith tiene el gusto de invitara los señores
don John Brooke, don Thomas Bangs y don Nathaniel Blake para el baile
que han de celebrar esta tarde a las tres en punto. Advertencia: El señor
Blake llevará el violín, para poder bailar, y todos los invitados habrán de
ser bonísimos si quieren probarlos manjares preparados."
Probablemente, sin la promesa encerrada en el final de la
advertencia, la invitación no hubiera sido aceptada.
-Han estado cocinando cosas superiores; yo las he olido. Vamos allá -
exclamó Tommy.
-Comeremos lo que haya, y no hace falta que nos quedemos al baile -
observó John (Medio-Brooke).
-Yo no he ido nunca a un baile. ¿Qué hay que hacer?... -preguntó
Nat.
-Divertirse como los hombres; estar sentado muy tieso y bailar para
que las niñas se distraigan -contestó Tommy.
-Me creo capaz de hacer todo eso -murmuró Medio-Brooke, y redactó
y envió la siguiente esquela:
"Asistiremos los invitados. Tengan dispuesto lo que haya que comer.
John Brooke y Compañía."
Las damas estaban preocupadísimas con los preparativos, y se
proponían, si la fiesta resultaba lucida, agasajar con un banquete a
algunos de los convidados.
-A mamá Bhaer le agrada que juguemos con los niños, siempre que
éstos se conduzcan correctamente; estamos, pues, obligadas a celebrar
bailes para irlos educando -observó Daisy, mientras arreglaba la mesa.
-Tu hermano y Nat serán buenos; pero Tommy hará algún desastre -
advirtió Nan.
-Pues yo haré que se vaya -afirmó Daisy.
-Los caballeros no deben dar lugar a que los echen.
-Bueno, pues no le invitaremos más si no se porta bien.
-Eso mismo, y así rabiará. ¿Verdad que rabiará?...
-¡De seguro! Celebraremos un banquete espléndido; sopa de verdad,
en sopera y con cucharón; un pajarito que hará muy bien el papel de
pavo, salas variadas y "veguetales" escogidos -Daisy no podía pronunciar
la jota y había renunciado a decir vegetales.
-Han dado las tres y tenemos que vestirnos -murmuró Nan, que se
arreglara un traje para la fiesta y quería lucirlo cuanto antes.
-Yo, como soy la mamá, no debo engalanarme mucho -habló Daisy,
encasquetándose un gorro de dormir adornado con un lazo grana; una
falda larga y vieja, de tía Jo; un chal, un amplio pañuelo de bolsillo y
unas gafas. Con todo, parecía una anciana rechoncha y coloradita.
Nan tenía una guirnalda de flores de trapo; zapatillas de tafilete
amarillo; falda de muselina verde; blusa de gasa azul; abanico de plumas
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Hombrecitos
Classics¿Es éste mi nuevo niño? Me alegro mucho de verte aquí y deseo y espero que te encuentres satisfecho -dijo la señora, acariciando al muchachito, que se sintió conmovido. La señora no era bella; pero en el semblante, en las miradas, en el gesto, en lo...