Capítulo Uno.

10.8K 666 63
                                    

Suspiro satisfecha cuando termino de ordenar el armario de Johan, después de tanto tiempo por fin sé como le gustan las cosas, incluso me esfuerzo un poco más para ver una sonrisa en su cerrado semblante.

Cierro los ojos disfrutando del delicioso sol que entra por la ventana, sé que si él estuviera aquí se enojaria, pues siempre pide que las ventanas sean cubiertas por unas gruesas y feas cortinas. Algo que para mi no tiene sentido porque está casa se dicha de tener una en cada rincón.

Volví a la normalidad cuando escuché un auto estacionarse. No pensé que fuera importante hasta que mi curiosidad hizo que me acercara a la ventana.

—Johan…—suspiré embelesada al verlo salir de su auto acomodando ese costoso saco gris que le queda súper bien, para luego ir al maletero a sacar algo.

Pretendía seguir acosándolo pero recordé que había desarreglado las cortinas, así que de inmediato las acomodé.

Al terminar me sentí aliviada. Hasta que por pasar enfrente de un espejo me di cuenta de mi apariencia; un moño mal acomodado, que parecía un nido de pájaros, mi vestimenta súper holgada pero malditamente cómoda, y mi rostro sin maquillaje. Un nudo se formó en mi garganta, ¡Él nunca me ha visto tan desarreglada!

Casi tropezando por las prisas, me dirigí a nuestro armario, y desesperada busqué alguna prenda decente. Pero por mi afán de buscar algo parecido a la realeza terminé perdiendo tiempo, tanto que escuché la puerta principal cerrarse, me sobresalté así que agarré un jean y una blusa cualquiera.

Abrumada comencé a sacarme la camiseta, no obstante mi cuerpo parecía de adhesivo porque la maldita tela no me soltaba, mi desesperación era tanta que la rasgué para liberarme.

—¿Verónica? —casi me da algo cuando me nombró desde el primer piso. Entonces después de sacarme el short ferozmente, me puse mi jean con las manos temblorosas.

Y mi nerviosismo empeoró cuando lo oí subir los escalones, afortunadamente yo ya me encontraba enfrente de mi tocador, lista para peinarme, pero ni siquiera pude pasar el cepillo pues mi cabello se puso más rebelde que nunca.

Me volteé cuando la puerta fue repentinamente abierta. Así; con el cepillo atorado en la cabeza, con mi vestimenta mal puesta, y con una cara terrible me vio. Al menos por un segundo porque desvió la mirada, para rascarse la nuca incómodo.

—Escuché mucho ruido, vine para ver que pasaba —avisó entrando tranquilo, pero cuando se dio cuenta que mi ropa estaba en el suelo su rostro cambió a uno de desconfianza pura, eso me alertó, ¡Ciertamente cualquiera puede mal interpretar esto!

—Estaba… ordenando la ropa —le di una explicación de inmediato.

—Entiendo —me sonrió secamente antes de rodearme e ir a la mesita de noche a sacar unos papeles. Aprovechando su distracción me saqué el cepillo junto con la mitad de mi cabello, tuve que tensar mi rostro para no gritar del dolor.

—Pe-Pensé que no vendrías a almorzar —susurré apenada, por eso estaba vestida de esa forma tan desastrosa. Es que me esfuerzo tanto en verme bonita que quise tomarme un día de descanso —Yo… haré la comida de inmediato…—quise salir corriendo pero me interrumpió.

—Solo vine por unos papeles, Vero —le restó importancia con su tierno apodo.

Lentamente fui olvidando la vergüenza que pasé para detenerme a ver lo hermoso que está. Nunca había agradecido tanto un día caluroso, puesto que se ve tan lindo sudoroso, esos cabellos dorados están mojados y perfectamente se dejan caer sobre su frente.

Respiré profundo, necesito ventilar lo caliente que estoy por dentro.

—Verónica…—reaccioné cuando me habló, y tan pronto me di cuenta de su mirada preocupada tragué saliva —¿Te sientes bien? Estás colorada —dejó las carpetas en la cama para acercarse, en mi cuerpo literalmente empezó a sonar una alarma de simulacro, porque cuando lo tengo enfrente un incendio me carcome.

Seduciendo A Las Rosas [Oficial]Where stories live. Discover now