Capítulo 11: La historia de Annabeth.

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🌊En el restaurante...🌊

Piper no deja de mirar a la pelinegra con desconcierto, preguntándose qué rayos hace esa mujer ahí.

Rápidamente su desconcierto es reemplazado por furia y celos cuando Reyna le sonríe con falsa inocencia y se acerca a Jason para darle un abrazo y un beso en cada mejilla.

—¿Qué haces tú aquí? —Jason parece tan sorprendido que no rechaza los cariños de Reyna, haciendo aumentar la furia de Piper.

—¿Qué no es obvio? He venido a verte. —Reyna esboza una sonrisa seductora y Piper empieza a necesitar aire o va a estallar. Enfurecida, Piper toma sus cosas y sale corriendo los restaurante.

Jason se inmediato hace ademán para ir tras ella, pero Reyna coloca un mano sobre su brazo, reteniéndolo.

—Déjala ir —dice en tono risueño, como si eso no representase ningún problema—. Piper necesita un momento para recuperarse del asombro, habla con ella cuando esté más calmada.

Jason duda, pero finalmente decide dejarse caer en la silla y Reyna sonríe triunfante.

Lo que Jason no sabe, es que Piper esperaba que él fuera tras ella y, al ve que eso no pasó, solo aumentó su furia contenida.

🌊En otra parte de Costa Aguamarina...🌊

Annabeth se despide de sus amigas tras haberles explicado vagamente su charla con Nico.

Ha quedado en verse con Percy en la plaza donde se realizó la fiesta de la playa, y no ve a hora de reencontrarse con su novio. ¡Lo ha extrañado tanto!

Como no es de extrañar, Annabeth llega temprano. Envía un texto a Percy diciéndole que ya está ahí, aunque su novio no contesta. Ella suspira y decide esperar: no es la primera vez que Percy llega tarde a algún lado.

La rubia toma asiento en un banco junto a una farola decorada con caracoles y conchas marinas. Hay muy poca gente en la plaza, conversando y tomándose fotos. Algunas personas se dirigen a la playa y a lo lejos puede oír las olas y una lejana canción sonando en alguna parte. Annabeth vuelve a suspirar, mirando la pantalla: Percy aún no contesta.

—¿Te han dejado plantada? —Annabetb se sobresalta al ver a la pelirroja sentada a su lado. No la vio acercarse—. ¿No quieres responder o el gato te mordió la lengua? —pregunta ella con un juguetona sonrisa. Annabeth frunce el ceño y tarda un par de segundos en recordarla.

—Anais —pronuncia su nombre con cierta duda, como si aún no creyese realmente que esté hablando con la secuaz de Zack Johnson.

—En carne y hueso. —Anais sonríe de nuevo, como si se riera de un chiste que solo ella comprendiera —. ¿Te sorprende tanto verme?

—Un poco —responde Annabeth a la defensiva, no va a admitir que su presencia la ha dejado pasmada. Anais suelta una risita.

—Que curioso, pensé que querrías hablar conmigo, considerando que hace unos días Percy y tu intentaron seguirme.

Annabeth parpadea y de inmediato sale de su aturdimiento y su ceño fruncido se asentúa.

—¿Zack está en la isla? —Aunque Nico se lo había dicho, el a necesita que Anais se lo confirme. A Annabeth no le agrada la idea de que Zack regrese a arruinar sus vacaciones, pero ya que está ahí, es mejor confrontarlo y obtener respuestas.

Anais sonríe.

—Tal vez sí, tal vez no. Pero no he venido a que hablemos de Zack o de tu querido Percy Jackson, quiero que hablemos de ti.

—¿De mi? —Eso sí que toma por sorpresa a la rubia.

—Dime, Annabeth Chase —pronuncia su apellido como si se tratara de un chiste—, ¿te gustan los misterios?

—Los detesto —gruñe con amargura. Anais suelta una carcajada, lo que confunde a Annabeth.

—Es gracioso que los odies, porque estás hecha de misterios.

—¿Por qué lo dices? —Annabeth empieza a sentirse cansada de esa conversación. Anais es igual de fastidiosamente misteriosa que Zack y eso la exaspera. ¿Acaso no puede ir solamente al grano?

—Tu madre te abandonó. ¿O me equivoco? —Anais lo suelta como si  nada, como si se tratase de cualquier tema trivial como el clima, pero la pregunta golpea dolorosamente a Annabeth y se siente herida y enojada.

Annabeth no suele hablar de su madre, incluso evita lo mas que puede pensar en ella. Su papá tampoco habla de Atenea y Annabeth apenas sabe que su madre se fue cuando era pequeña, o bebé, dependiendo de la versión de su padre. Annabeth nunca indagó demasiado en los motivos de su madre para irse, y en cierta edad dejó de preguntar por ella (lo único que su padre le contó es que se llama Atenea), especialmente cuando vio que a su padre le incomodaba ese asunto.

Annabeth creció odiando a Atenea por haberse ido y haberlos dejado, y eso es todo lo que ella necesita saber.

—¿Cómo sabes eso? —inquiere con algo de brusquedad. Anais alza una ceja.

—¿Sabes por qué se fue?

—No y no me importa. —Annabeth se cruza de brazos a la defensiva.

Anais sonríe con aire misterioso, echándose el cabello rojo por encima del hombro.

—Yo creo que deberías indagar. Es una historia sorprendente.

La rubia la mira con cierta desconfianza.

—¿Qué sabes?

Sin embargo, Anais no contesta, se limita a sonreír y se pone de pie, lista para irse, pero antes, añade:

—Investiga tu historia, Annabeth. Y cuando lo hagas, estaré aquí para ayudarte a entender.

Secretos y Mentiras (Como te odio Percy #2)Where stories live. Discover now