Capítulo 17: Charla en el pórtico.

20 4 0
                                    

Annabeth toma la nota y la sombrilla y se pone de pie.

Ya han pasado horas desde que Zack apareció y ya se ha resignado a que no volverá, pero quien debe volver es ella.

Aún sigue furiosa y se siente traicionada, pero no puede quedarse toda la vida en la playa, odiando a todos.

Hay muchas dudas aún en su mente y la única persona con respuestas es su padre. Y aunque no quiere verlo, debe tragarse el orgullo y volver.

Ya está cayendo el atardecer, y ya no necesita la sombrilla, pero la mantiene consigo.

No tarda mucho en volver a su cabaña y en cuanto abre la puerta y pone un pie dentro, su padre se abalanza sobre ella y la apretuja en un fuerte abrazo.

—¡Has vuelto! ¡Estaba tan preocupado! —murmura contra su cabello, Annabeth le devuelve el abrazo a medias. La voz ronca de su padre le indica que estuvo llorando y aunque eso la conmueve, decide mantenerse firme en su postura de enfado.

Ella se zafa suavemente de su agarre y lo observa con seriedad. Annabeth nota que su madrastra está mirándola desde el sofá con cara de pocos amigos y sus hermanitos están entretenidos en la televisión.

—Quiero que hablemos, a solas —dice la rubia, volviendo su mirada a su padre. Él suspira con resignación pero asiente.

—Salgamos al pórtico.

Ambos salen y toman asiento en el banco de madera. Ante ellos, se extiende el pequeño jardín y más allá está la playa. El sol ya se está ocultando, sumiendo el océano poco a poco en la oscuridad.

—¿Por qué nunca me dijiste que soy adoptada? —inquiere Annabeth, sonando un poco más ruda de lo que pretendía.

—Nunca tuve el valor —admite él, derrotado. Baja la mirada a sus manos—. Yo... Te conocí cuando eras un bebé, tenías apenas un año. Mis estudiantes debían hacer voluntariado para graduarse y necesitaban un tutor que les acompañara. Fui con ellos a un orfanato y vi muchos niños, me partió el alma saber que esos niños no tenían familia.

»Entonces te conocí y me contaron tu historia. Y llevabas un año en el orfanato y ningún padre quería adoptarte, no porque fueses un problema, al contrario, eras demasiado adorable. —Frederick sonríe con nostalgia.

—Entonces, ¿por qué? —A Annabeth no le agrada oír su historia, pero se anima a sí misma a seguir escuchando.

—El conserje del orfanato dijo que conocía a tus padres. Tu madre fue quien te entregó dentro, pero dijo que vio a tus padres juntos afuera. —Sacude la cabeza —. No sé qué le contaría a los demás, pero la directora del orfanato me contó que el conserje solía advertir que tus padres eran problemáticos. Y estas advertencias cobraban sentido cuando veían el collar que usabas.

—¿Cuál collar? —cuestiona con el ceño fruncido. Ella no sabía nada de un collar.

—Era un guardapelo, dentro en lugar de fotos tenía la palabra "búscame", lo que hizo a tus potenciales padres asustarse. Creían que si te adoptaban, algo malo podría pasar.

—¿Dónde está ese collar? —El corazón de Annabeth se ha acelerado. ¿Sus padres querían que los buscara? ¿Por qué la dejaron si luego pedirían que fuera tras ello?

—En casa, a salvo.

Annabeth esperaba esa respuesta, pero aún así se decepciona.

—Pero yo no tuve miedo —continúa él—. Al verte, sentí mucho amor por ti. Supe que quería lo mejor para ti y decidí adoptarte.

—¿Alguna vez pensabas contármelo? —pregunta ella con seriedad, mirándolo. Su padre suelta un largo suspiro.

—Sí, estaba decidido a contarte la verdad, pero no sé cuándo. —Se rasca la nuca—. En definitiva no pensaba hacerlo hoy.

Annabeth y su padre guardan silencio otro rato. Annabeth se siente complacida de recibir respuestas sinceras, pero aun hay tantas cosas que desearía saber...

—¿Mi madre se llama Atenea? ¿O también es una mentira? —pregunta, con el corazón desbocado. No quiere pensar que la mujer que tanto ha odiado ni siquiera tenga ese nombre.

—Sí, o al menos eso creo. Es el nombre que figuraba en tu planilla de adopción. Aunque no figuraba el nombre de... de tu padre. —Annabeth nota que se le hace difícil admitir que no es el papá biológico de Annabeth, y ella siente una gran ternura y afecto.

Quiere abrazarlo, darle gracias por no abandonarla en el orfanato, decirle que él es su único padre... Pero no dice ni hace nada. Aun lleva la herida de la traición muy arraigada en su corazón y primero debe sanar.

—No te odio —dice como único consuelo—, pero tampoco estoy feliz por todo esto. Me siento horriblemente traicionada y engañada. Yo... Necesito tiempo para procesarlo.

Su padre suspira, asintiendo. Es la primera vez que Annabeth lo ve suspirar tanto.

—Comprendo. Toma el tiempo que necesites.

Annabeth asiente y se pone de pie, dando por concluida la charla.

Pero antes de entrar, se gira hacia su padre.

—Una vez que volvamos a casa, quiero el collar de Atenea. —Abre la puerta y entra, sintiéndose muy agotada, pero dentro de sí misma ha nacido una nueva determinación: va a encontrar a sus verdaderos padres y exigirá una explicación.

Secretos y Mentiras (Como te odio Percy #2)Where stories live. Discover now