Prólogo

87 5 1
                                    

El portal prácticamente me escupió y me dejo caer en el piso, haciendo apretar mis ojos cerrados para reprimir un grito de dolor. Escuche como este se cerraba.

-Por favor que este sea el correcto... -dije entre dientes.

Habían pasado tres meses desde que Evangeline había desaparecido y había comenzado su búsqueda por entre los mundos. Ya había peleando con muchos dragones, ogros y otras especies que no me gustaría mencionar ahora mismo.

Lentamente abrí mis ojos y me encontré con los de un perro que estaba sucio y flacucho. El animal ladea la cabeza y me mira con curiosidad. Hago un gesto con la mano y lo echo. Me siento en mis tobillos y observo a mí alrededor.

Estaba en medio de un húmedo bosque, sobre mi cabeza los pájaros cantando una canción de dos notas mientras revolotean.

-¿Dónde estamos, amiguito? -le digo al perro como si él pudiera entenderme.

Me pongo de pie como puedo y me sostengo contar el tronco de un árbol para no caerme y sacó la pequeña brújula que la oruga me había dado aquel día. La aguja va desbocada y de repente sé detiene y a punta hacia el Este. Comienzo a caminar penosamente, mi tobillo mandando quejas en cada paso que daba. El brillante sol se escabullia por entre los tupidos árboles.

Caminé por donde me guiaba la brujula y llegué al final del bosque y donde comenzaba otro tipo de suelo. Concreto. La palabra llegó a mi mente como si la hubiese llamado. Si un paso inseguro, pero nada paso, así que seguí caminando.

La brujula cambió llevandome ahora hacia el Norte.

En el concreto el sol daba más directamente y hacia que pequeñas manchas negras aparecieran en mi campo de visión. El calor chocaba contra mi chaqueta de cuero y me daba la sensación de querer quitarmela, pero sabía que iba a ser peor inclusive.

Caminé por en medio del ancho sendero. Calle. Como la palabra que había surgido en mi mente, hasta que escuché un gran estruendo detrás de mi y me hice a un lado con un gran salto. Justo donde yo estaba parado paso a toda velocidad un objeto de cuatro ruedas gruesas y negras y de la parte de atrás salía un liviano humo. Carro. Ahí estaba la voz otra vez, dictansome las palabras desconocidas.

Qué clase de mundo era este? De dónde habían salido todas estas demencias? Sacudi mi cabeza para despejarla y seguí caminando, esta vez a un lado de la calle.

Mientas más caminaba más cosas extrañas aparecían. Negocio . Cafetería, oficina de envíos, veterinaria. Y aunque no entendía sus nombres, seguí caminando guiado por la pequeña brújula. Unos minutos después esta detuvo mi avance frente a un local que llevaba un gran letrero en azul. "Hospital de Montana".

Las palabras me dejan delicado, pero rápidamente me recupero cuando la brujula vuelve a enloquecer. Entró al edificio como esta me guía y me hace subir hasta la quinta planta por las escaleras y mi tobillo no se lo agradece. Cruzó por puertas dobles, recorro pasillos enteros pero no hay vista de ella.

Mi interior esta palpitanfo a punto de explotar, mis pulmones gritan por oxígeno y mi tobillo sigue dando quejas, pero sigo avanzando con determinación. En el siguiente pasillo al que entro esta más poblado de gente. Me escabullo entre ellos como una serpiente y llegó hasta el final de este, pero no encuentro nada. Entonces algo me llama la atención final del pasillo. Giré sobre mis talones y comencé a seguirla rápidamente, pero mis magullados pies no daban para mucho. Me caí varias veces llamando la atención de algunas de las personas que estaban transitando por el pasillo, pero no les di importancia y sigo caminando.

Mis pies ya no soportaron por más tiempo, debo llegar a ella ahora. Pero las fuerzas me fallan, doy un traspiés y caigo.

-EVANGELINE! -gritó al caer y cuando mi cabeza toca el suelo, me pierdo en la negrura de la inconsciencia.

(***)

Está frío. Muy frío. Trató de moverme pero es demasiado doloroso. Entonces recuerdo donde estoy y todo lo que paso y abro los ojos de repente, pero los vuelvo a cerrar con la misma rapidez ya que hay demasiada luz.

-En realidad no lo conozco, jamás lo había visto en toda mi vida... -reconozco la suave voz de Evangeline a unos metros de mi. -pero no dejen que se vaya así, por favor...

-Está bien entonces. -responde una voz grave.

-Yo... volveré mañana. -dice y oigo como la puerta se cierra detrás de ella.

-No, Eva... -murmuró.

-Oh, esta despierto... -vuelve a hablar y sus pesados pasos llegan hasta mi. -Tranquilo joven, Me puede decir su nombre? -me pregunta.

-Edgar. -respondo inseguro.

-Bien Edgar, debes tomárselo con calma y de...

-NO! -gritó y trató de levantarme a pesar del dolor y las ataduras al suero. El doctor me pone un brazo en el pecho y forcea para que vuelva a estar recostado.

-Srta. Nery, necesito ayuda aquí! -grita y una mujer entra en la habitación, se acerca a mi con una aguja en la mano y me la inyecta en el brazo.

El contenido es frío y al principio duele, pero luego sólo siento ríos de paz y felicidad. Suelo las zolapas de la baya del doctor y me recuwsto en la cama.

Debes encontrar a Evangeline.

Resuena en mi cabeza pero ya no soy yo quien tiene control de mi cuerpo. Trató de mantener mis ojos abiertos pero la pesadez me puede más y caigo profundamente en la perdición.

Perdida En Mis RecuerdosWhere stories live. Discover now