Capitulo 5

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Amuka nos guía en medio de la calurosa y seca selva. Hace tanto calor que ni siquiera los pájaros cantan como les es usual. Mik ya se quitó la chaqueta de cuero al que estaba habituado y Edgar se seca el sudor de la frente cada cuanto. Mik camina cerca de mi y cada que se me acerca volteo la cara o me acercó más a Amuka y le pregunto acerca de algo irrelevante.

Aproximadamente una hora después, sudados y exhaustos, llegamos a una pequeña aldea. Estaba situada en medio de un claro, aunque las pequeñas chozas estaban en el borde de los árboles, teniendo como resultado un vacío en medio de estas por donde personas pasaban apresurados y algunas de las mujeres estaban sentadas desgranando trigo y lavando arroz. Parecían una comunidad feliz.

-Amuka, llévate a nuestros invitados a refrescarse mientras yo hablo con el muchacho. - dice el hombre anciano y la joven asiente.

-Síganme por favor... - la joven nos mira a Mik y a mi y nos guía hacia detrás de las Cabañas, donde hay un arroyo. Es hermoso y sorprendente ver como un riachuelo tan cristalino puede existir en un hábitat tan... Seco. - Es hermoso, ¿no?

-Es precioso, Amuka... - digo y me acerco hasta el río y meto la mano. El agua está tibia. - ¿De dónde viene toda está agua? - pregunto asombrada. Amuka ríe ante mi incertidumbre.

-Viene de las montañas del norte, donde todoestá congelado, prácticamente... - responde la india señalando con su izquierda a un lugar que no puedo ver. Miro hacia allá y frunzo el ceño y ella vuelve a reír. - El caso es que se supone que debería estar fría, pero como el calor es tan intenso aquí abajo...

-Si, entiendo. - respondo. - ¿Crees que puedo darme un rápido chapuzón? - pregunto esperanzada. Ahora mismo lo único que quiero es pasar el resto de la tarde sumergida en ese hermoso arroyo, admirando el paisaje del alrededor.

-Claro, no habría ningún problema. - responde y antes de poder saber lo que hacía, ya me encontraba en el fondo del arroyo. Abajo, el agua era templada y estaba lleno de peces de diferentes formas, tamaños y colores. Parecía un lugar diferente allí. Salía. Tomar aire y decidí nadar un poco, pero luego de unos minutos, el clima se tornó frío y tube que salir a sentarme en los alrededores. Amuka me trajo una enorme manta con olor a madera y café, que me calentó rápidamente.

-Al fin puedo hablarte a solas... - dice la voz de Mik a mis espaldas y luego toma asiento a mi lado. - ¿Qué está mal?

-¿En serio, no lo sabes? - le digo sarcásticamente y río. - pues según recuerdo me reprochabas hace unas noches porque no te había contado hacer a de mi enfermedad y ahora resulta ser que me entero por otros medios que mi novio es una criatura de cuentos de hadas, lo cual sigo pensando que es ridículo.

-Lo siento. Pensé muchas veces en decírtelo, pero no es fácil. ¿Qué se suponía que debía decir, "Hola amor, se me olvidó decirte ayer que soy una criatura ficticia"? No es un buen inicio.

-Lo sé, y lo entiendo. - respondo y nos sumergimos en un profundo silencio. - Ahora siento que he vivido en un mundo de muñecas donde yo soy la muñeca que todos quieren... Todo ha sido tan... Falso.

-No todo... - susurra y me mira durante unos segundos.

-Eva... - la voz de Edgar interrumpe nuestro momento y vuelvo a respirar. - Vamos a salir en unos minutos, debemos subir a las montañas.

-Dame sólo cinco minutos. - le digo y el asiente antes de desaparecer. - Mik, necesito tiempo... Hay demasiadas cosas que procesar y muchos cabos sueltos...

-Si, te entiendo, yo estaría igual. Te daré todo el tiempo que necesites. - dice. Me besa la mejilla y se va. Todo se queda en silencio y eso sólo hace empeorarlo. Necesitaba tiempo, pero cuando mi mente comenzaba a darle vueltas a las cosas y al fin y al cabo acabo decidiéndome por nada y con un sentimiento de pesadez y culpabilidad.

Perdida En Mis RecuerdosWhere stories live. Discover now