Capítulo 6

5.3K 504 43
                                    

Las quince personas que asistieron a la inducción parecían perdidas dentro el enorme salón iluminado por tubos de luz blanca. Todos ellos nuevos dentro del proyecto NOVA, cada uno sentado en un pupitre similar a los de secundaria, algunos todavía con los ojos asustados, otros resignados. Entre ellos Nadine distinguió al chico musulmán de la noche anterior, quién parecía consumido por la desgracia. El resto variaba en edad y apariencia, pero fue un joven unos años mayor a ella quién más llamó la atención de Nadine.

La realidad era que no tenía nada particular que destacara; era menudo, ni espantoso ni extremadamente apuesto, solo apenas más alto que Nadine, con el cabello descuidado cayéndole por el rostro. Lo que más la intrigaba no era su apariencia, sino que tenía su prominente nariz apuntada a la Tablet como si no hubiese otra cosa más interesante en el mundo. El resto parecía ignorarlo, un privilegio no destinado a ella, a quien miraban con una mezcla de curiosidad y regocijo por ver a alguien tan poco esperado compartiendo su miseria.

A la hora en punto, un hombre de aspecto estereotípico militar entró al salón con paso firme sin ni siquiera saludar. Parándose al frente, señaló los audífonos que todos los novatos tenían en sus mesas y se colocó unos propios para luego llevar sus manos a la espalda, esperando con impaciencia que todos terminaran.

—Esta será la única vez que usemos los traductores –dijo a modo de presentación en un idioma que Nadine no reconoció pero que pronunciaba con prominencia las consonantes—, fuera de esta sala se hablará únicamente inglés o nada. Tienen tres intentos para trastabillar en otro idioma; al cuarto serán removidos del proyecto para ser de utilidad en otras iniciativas –continuó sin dar mayores explicaciones.

Un hombre macizo en sus cuarenta levantó la mano cual adolescente de secundaria para hacer una pregunta, pero fue ignorado de forma alevosa por el militar.

—Supongo que ya muchos de ustedes entienden cómo las cosas funcionan aquí, por lo que solo me centraré en algunos detalles importantes. En primer lugar, si no superan una prueba de inglés que haremos al terminar esta explicación tendrán un curso intensivo en el idioma todos los días –explicó con su firme voz que lo hacía parecer enojado de forma permanente—. Segundo, las prácticas religiosas o folklóricas están terminantemente prohibidas y no hay número de oportunidades como en el caso del idioma.

Nadine llevó su mirada al chico que había intentado orar el día anterior y vio como sus puños se cerraban reprimiendo su frustración. Una señora morocha de pelo lacio abrió su boca en una muestra de indignación santiguándose con su mano derecha. El militar la observó con asco para luego caminar lentamente hasta quedar parado prácticamente encima de ella. Inclinándose para estar frente a frente el hombre espetó:

—Si vuelve a hacer eso fuera de este salón una vez que la inducción haya terminado, será eliminada del proyecto. Por si algún otro de ustedes no sabe lo que significa, les diré una única vez que serán sometidos al experimento fisiológico o psíquico que esté abierto en ese momento.

Ante los ojos desorbitados de la mujer, el hombre volvió al frente de la clase, aun con sus manos aferradas detrás de la espalda.

—No podemos darnos el lujo de tener puntos generadores de discrepancias en las personas que colonicen NOVA –dijo a modo de explicación el militar caminando de izquierda a derecha—. Tercero, no se permitirá ningún tipo de agresión hacia otros reclutas, ya sea física o psicológica, o cualquier tipo de insubordinación. En caso de realizar uno de estos actos, el recluta será removido del proyecto NOVA.

»Tendrán al menos seis meses de entrenamiento en los que se les formará en diferentes aspectos que se creer primordiales para su nueva vida en NOVA antes de departir. Si se considera que no están avanzando lo suficiente en sus estudios y entrenamiento, podrán ser removidos del proyecto a criterio de los evaluadores.

Los novatos se mantuvieron en silencio hasta que una mujer cercana al límite de edad superior de El Loto alzó su mano para intentar hacer una pregunta. Era una señora arrugada pero en forma, con mirada limpia e inteligente que desafiaba al militar a que la ignorase. Ante su sorpresa, el hombre asintió con la cabeza dándole permiso.

—¿Quién financia todo este despliegue? ¿No podrían estos recursos destinarse a otros emprendimientos? –preguntó con confianza sin desviar su mirada.

—Empresas privadas que quieran probar nuevos productos con el aval legal de los gobiernos del mundo – respondió el hombre yendo al grano —. Es hora de que hagan la prueba de inglés, verifiquen sus tablets. Tienen 45 minutos.

—¿Incluso los que ya hablamos en inglés? –preguntó el hombre macizo con un perfecto acento australiano.

—Sí –dijo el militar entre dientes claramente enfadado.

No hubo más intentos de preguntas, y todos los novatos se inclinaron sobres sus tablets para proceder a completar un sinfín de preguntas de gramática, comprensión lectora y comprensión auditiva. El hombre macizo y el joven que había llamado la atención de Nadine terminaron primero, junto con algunos que era evidente no tenían ni idea de lo que decía la prueba. Nadine terminó bastante rápido pero aún quedaban algunos novatos completando las preguntas; al parecer nadie saldría de allí hasta que todos terminaran la fatídica prueba.

Un sonido ensordecedor interrumpió el salón de clases, aturdiendo a todos al punto de que Nadine tuvo que llevarse las manos a las orejas intentando disminuir el efecto de la sirena. Luces estroboscópicas comenzaron a parpadear a su alrededor haciendo el caos aún mayor. No había nada que indicase efectivamente qué era lo que estaba pasando, ni una dirección iluminada para evacuar en caso de emergencias, por lo que Nadine quedó inmóvil en su lugar intentando descifrar qué hacer.

El militar salió disparado por la puerta, lo que llevó a varios de los novatos a gritar de pánico siguiéndolo en busca de un refugio o una salida. Nadine distinguió al chico salir con su Tablet bajo el brazo y lo siguió sin saber qué más hacer, caminando por los pasillos en dirección a la gran cafetería.

La realidad era que no era la dirección que parecía más inteligente, dado que varios integrantes del proyecto corrían en la dirección opuesta con los ojos abiertos como platos. Abriéndose paso entre la multitud que se aglomeraba a la entrada a la cafetería, Nadine pudo distinguir como un grupo de unas treinta personas intentaba abrirse paso por las puertas que permanecían cerradas de forma permanente, al menos desde que Nadine había llegado. Algunos de los rebeldes habían logrado arrancar uno de los bancos de la mesa y ahora lo golpeaban contra las puertas entre gritos de furia y exclamaciones de libertad.

Una decena de personas se les unieron turnándose para darle patadas a las puertas y alentando a la multitud para hacer lo mismo. Por un momento Nadine dudó, paralizada por el miedo, pero luego decidió unirse motivada por el ímpetu de los rebeldes. ¿Qué haría acá dentro? ¿Se pudriría como una pasa para morir dentro de seis meses? ¡Mejor sería morir luchando!

Tomando impulso, Nadine se lanzó hacia adelante para comenzar una carrera hacia las puertas contagiada por el entusiasmo de los rebeldes.

Una mano la aferró fuertemente del brazo, lastimándola y casi dislocándoselo, haciéndola lanzar un grito de dolor. La mujer que había hablado durante la inducción la miraba con autoridad, diciéndole con la mirada que estese quieta.

—Espera, querida, que esto ya tiene que haber pasado –dijo en su oído intentando superar el volumen de las sirenas.

Volviendo su inteligente mirada hacia las puertas, la mujer se mantuvo inmóvil y expectante como si ni el extremo ruido, ni las luces parpadeantes, ni la violencia frente a ella la inmutase. A su lado, el joven de nariz prominente turnaba su mirada entre los rebeldes y su Tablet, moviendo sus labios hablando para sí mismo.

Las sirenas siguieron sonando incluso cuando los rebeldes se retorcieron en espasmos haciendo muecas espantosas, incluso cuando treinta cuerpos se desplomaron inmóviles al suelo, incluso cuando nadie se atrevió hacer un sonido extra. Inconscientes o muertos, Nadine no lo sabía.

NOVAWhere stories live. Discover now