Capítulo 11

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Una semana siendo parte dentro del proyecto NOVA era poco tiempo considerando que uno podía estar entre seis meses y un año y medio viviendo dentro de las claustrofóbicas instalaciones iluminadas con luz fría. Para Nadine, una semana se había sentido una eternidad de lo más miserable, especialmente cuando las responsabilidades de limpieza le fueron asignadas y se encontró limpiando los inodoros e intentando no hacer arcadas.

Lloró de frustración, por supuesto que lo hizo. La gran Nadine Ruetter, admirada por prácticamente todo el mundo adolescente, acostumbrada a la comodidad y glamour estaba ahora limpiando la mugre de otros por primera vez en su vida. Al principio había sido el hazmerreír de todos los reclutas, tanto por la imagen de ver a la famosa rubia de guantes y trapos como por su ineptitud para limpiar. Luego de un par de días el chiste se había vuelto aburrido y Nadine había dejado de ser la novedad de las instalaciones. La trataban como a uno más.

Nadine Ruetter se había convertido en una adolescente ordinaria; dentro del proyecto NOVA ella no tenía nada de especial. Su pelo había dejado de tener el esplendoroso brillo y fluidez característicos de productos de primera línea, su rostro lavado y sin una gota de maquillaje parecía aburrido y sus manos, sin manicura y con las uñas cortas, habían comenzado a volverse ásperas con el trabajo diario. Pero lo peor de todo, lo más desagradable y frustrante era la depilación. Era tonto, era superficial y muy dentro de ella lo sabía, pero había sido la pequeña gota que había desbordado el vaso de paciencia y madurez de Nadine.

Un par de días atrás había incluso llegado a armar un escándalo caprichoso en el consultorio de la Dra Loven exigiendo un elemento con el que depilarse.

—¿Crees que en NOVA tendrás con qué depilarte, Nadine? Si tu primera preocupación es que pelos no crezcan en tu cuerpo, ¿cómo sobrevivirás NOVA? —había contestado inmutable la Dra. Loven pero sinceramente incrédula ante el exagerado despliegue por algo de tan poca importancia— Si sigues golpeando mis instrumentos en el próximo minuto haré que te saquen del proyecto así que contrólate.

—Nos siguen dando jabón, nos siguen dando desodorante, ¡incluyan una maldita afeitadora! —había gritado Nadine desacatada.

—Eso es por un tema de higiene, pero hazte la idea que tendrás que vivir sin ellos. Nadine, realmente tienes que considerar tus prioridades... no puedo creer que lances tal escándalo por un tema tan banal. —había contestado la Dra. Loven con su voz fría y calculadora.

¿Banalidades? Claro que eran banalidades, pero Nadine se sentía como un globo que fue acumulando aire hasta el punto en que un ínfimo soplido lo hizo reventar. También, el hecho que su "amigo virtual" no le hubiese respondido los mensajes hacía que su frustración creciera incluso más. ¿Quién se creía que era este tal Ariel que podía mandarle mensajes a su antojo pero cuando ella lograba responderle desaparecía de la faz de la tierra? Es verdad que quizás había sido un poco brusca en su trato, pero eso no era razón para que su única posibilidad de escape hubiese desaparecido. Típico que era un maldito pedófilo pervertido que se había enamorado de ella en su infancia.

Recuerdo aquél día que te vi en mi casa, les debes alguna especie de favor a mis padres. Es el momento de pagarlo. Sácame de aquí.

No soy una princesa.

Ese había sido el primer mensaje, seguido de uno diario de la misma índole a modo de ganarle una respuesta por cansancio. Ariel permanecía en silencio.

Habiendo terminado de limpiar lo que se le había asignado en la cafetería, Nadine tiró sus guantes de goma por uno de los ductos de basura con rabia y dejó los productos químicos dentro de un armario cerca de la máquina dispensadora de comida. Con su malhumor a flor de piel, se dirigió pisando fuerte hacia la sala de entrenamiento dispuesta a eliminar su frustración con un buen ejercicio físico.

NOVAWhere stories live. Discover now