Epílogo

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—Hey, ¡tanto tiempo!

Me giré para encontrarme cara a cara con Hernan y le regalé una sonrisa contenta al ver que había ido a la firma de libros. Estaba nerviosa por volver a verlo y le envié un mensaje esperando que pudiera presentarte. No era una cita, era simplemente una invitación para que viniera a mi evento.

—¿Te conozco? —pregunté y por un momento él lució confuso hasta que finalmente se dio cuenta que estaba haciendo una broma. Negó con la cabeza y se acercó a la mesa en donde estaba firmando libros con curiosidad en su mirada—. Gracias por venir, es un viaje pesado de Lincoln a Buenos Aires.

—La verdad que sí, pero pude hacerme un tiempo. No todos los días una escritora de Lincoln llega a la feria del libro del país y tiene la oportunidad de tener su propia firma de libros.

—Digamos que estuve con la gente correcta.

—No esperaba menos de tí.

Nos reímos sin poder evitarlo porque era super tonto lo que estabamos haciendo en ese momento. Para mi sorpresa, me entregó el libro que estaba promocionando ese día y por el cual toda mi vida había cambiado. La palabras 'Julian' resaltaba en la portada y acaricié las letras con cariño, incluso cuando era un libro que veía todo el tiempo. Tenía pegado un pequeño sticker que decía algo sobre 'la escritora de Lincoln que llegó a Nueva York'. Supuse que había sido una edición especial de la ciudad y me alegró saber eso.

Llevaba varios meses por Buenos Aires promocionando el libro que no había pisado mi casa y la echaba de menos, ni siquiera había tenido tiempo de ir a la librería de mi ciudad para ver si se había cumplido de mi sueño de ver la novela en sus estantes. Aunque al ver eso podía confirmar que sí había sucedido. Julian había comenzado como un manuscrito con muchas frases y cosas lindas que nunca llegaron a ningún lado, hasta que finalmente encontré como escribirlas. Era la historia de una escritora perdida que, de un día para el otro, encontraba a un chico capaz de llevarla por el buen camino. Rechacé por completo propuestas en ingles y lo publiqué en mi país decidida a que tuviera futuro. Por suerte, lo tuvo con una editorial independiente. No era Nueva York, pero era todo lo que deseaba en ese momento.

—¿Para quién va firmado? ¿Para Hernan, el heladero? —bromeé tonteando un poco con él y me reí cuando vi que ponía los ojos en blanco al instante. Para mi sorpresa, cuando abrí el libro me encontré con una especie de tarjeta que tenía una invitación a un restaurante carísimo en Puerto Madero—. ¿Sabes lo lejos que queda Puerto Madero de Palermo?

—Tengo mi carroza afuera, como buen linqueño —me avisó guiñandome el ojo y sonreí, dispuesta a comenzar a firmar el libro—. Es para un amigo, se llama Juan José. Siempre te admiró y me dijo que le gustaría leerlo.

Asentí y le agradecí que me dijera el nombre antes de poner cualquier cosa. Le agradecí a Juan José por esperarme todo ese tiempo y que esperaba que disfrutara de la novela, que si era fan mío iba a encantarle. Le devolví la copia a Hernán y alcé las cejas esperando a que dijera algo más de una buena vez. No parecía ser de esos que dudaban a la hora de pedirme algo.

—Bueno... me dijeron que con el subte estamos rápido en Puerto Madero.

—Creo que sí —comenté mirando la pequeña fila que había de gente esperando para firmar mi libro. Entre esa gente estaban mis amigas, moviendo el libro emocionadas como si fuera una fiesta. Yanina daba órdenes y nos pedía silencio, María José trataba de calmar a sus hijos, Giselle miraba mal a todo el que quisiera colarse en la cola y Laura movía el libro emocionada por tenerlo en sus manos. Me distraje unos minutos y Hernán torció de manera poco creíble—. ¿Qué necesitás?

—Vamos, deja de hacerte la difícil. Vine hasta acá para invitarte a salir —me dijo lo obvio y asentí, porque yo también quería eso—. Yo... logré al fin dejar a esa persona. ¿Estás con alguien vos? ¿No estabas con un chico que se llamaba Julian?

—Sí, pero ya no está más —al decir eso vi que dudaba—, fue una linda relación, pero terminamos por el bien del otro. Una ruptura limpia y bonita. En fin, ¿quieres algo más? Tengo permitido el stand por una hora más, ¿vas a esperar por mí?

—No tengo nada mejor que hacer sinceramente.

Le regalé una sonrisa cómplice y me saludó con la mano alejándose mientras más personas se acercaban para firmar la primera hoja de mi libro. Sentía mariposas en mi estómago al saber que iba a tener una cita nueva y no podía negar que no estaba emocionada. Estaba pensando en eso, en mis lectores, en firmar, en el tiempo que me quedaba, que por un momento no escuché la pregunta de una chica y tuvo que volverme a decir.

—Sé que no me lo vas a decir... pero, ¿Julian es real? ¿Fue parte de tu vida? —quiso saber con total insistencia y un cosquilleo apareció en mi espalda. Esa gran pregunta que tanta gente me había hecho. ¿Dónde estaba Julian? ¿Qué había pasado con él? ¿Por qué se había ido? Eran preguntas que yo solo tenía la respuesta y la guardaba de manera muy recelosa.

—Mira, te voy a decir la verdad —le comenté mientras me inclinaba un poco y la chica también lo hacía. Le di un suave toque en su frente y antes de que se asustara le expliqué adónde quería llegar—, Julian existe. Está en tu cabeza, ¿quién dice que no es real? Yo no lo diré.

Nunca iba a decirlo porque para mí fue real.



FIN.

El karma de Shirley [YA EN LIBRERIAS]Where stories live. Discover now