17. Amante. [+18]

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[Les recuerdo que este capitulo es para +18 ♥]


Caí en la cama de un momento al otro, de la adrenalina que tenía encima ni siquiera me di cuenta del golpe y reboté en la cama mientras Julian me atrapaba impidiéndome escapar. Ja, como si quisiera. Su cuerpo cubrió el mío como si estuviera hecho a medida y en ese momento no tengo dudas, siento que nada me puede detener. Finalmente, con la luz tenue que nos envuelve, su boca encuentra la mía y nos perdemos en un beso devorador. Nunca había besado así, ni siquiera en ese tipo de situaciones y por un momento creí que nos íbamos a hacer daño. Era desesperación, como si supiéramos que eso era cosa de una sola vez y que íbamos a perdernos. Ese era el punto final, el capitulo que había estado esperando, el desenlace de un gran nudo. Una parte de mi no quería que terminara nunca aquello, pero también lo sentía como una sensación de alivio. O estaba hablando de sexo.

—Esperá, esperá —dije escapando de su boca, a regañadientes porque me encantaba. Me besaba como si de eso dependiera su vida, como si estuviéramos en besando por un sueño y le dieran puntaje—. Si no eres real... ¿no puedo quedar embarazada, no?

Julian se rio a carcajadas aunque ambos sabíamos que la respuesta era negativa. Lo mágico de él es que teníamos muy en claro que cosas no eran reales y cuales si. Ya no preguntaba que sucedía, simplemente sucedía y disfrutaba. Disfrutaba mucho.

Mis manos recorrieron su cuerpo, queriendo tocarlo todo y dejarlo grabado en mi mente para cuando hiciera 2 grados y necesitara calorcito. Era imposible que estuviera tan bueno, que su cuerpo estuviera tan hecho a la medida y luego recordé que era un personaje de un libro.

—Como eres un personaje —comenté mientras le quitaba la camiseta y me reía al volver a encontrarme con su rostro—, tengo grandes expectativas por esta noche.

—Haré lo posible por cumplir —me respondió mientras besaba mi boca una vez más, ahogando una carcajada. Me gustaba jugar con eso, me gustaba entender que podía hacer lo que quisiera.

Yo era un mar de sensaciones, todavía sensible por lo vivido de pie y deseando tenerlo de una buena vez. Julian parecía tener otros planes en su mente, de hecho, me impidió quitarle el pantalón y pataleé como una niña cuando no pude. Lo miré con el ceño fruncido, enojada de manera comida y él solo pudo reírse, encantado con mi expresión. Con esa luz tenue, su cabello le caía por el rostro y me parecía tan perfecto que no necesitaba que me tocara para derretirme. Bueno, tal vez un poquito también.

Un poquito mucho...

—No, eres tú la que recibe placer hoy —me explicó cuando trataba de tocarlo y no lo terminaba consiguiendo. Me detuve ante su comentario y comprendí que Julian quería mostrarme cosas del sexo que no conocía por andar con idiotas y solo escuchar su promesa me emocionó hasta la punta de los dedos.

Dicho eso, no me moví, lo dejé actuar y observé como bajaba su boca por mi cuerpo dejando besos, marcándome, lamiendo y todo ese tipo de cosas que recordaría por varios días. Me besaba las cicatrices, las estrías y las marcas que el jean me había dejado mientras yo me derretía con cada beso. Finalmente llegó a mi entrepierna y me miró, como si tuviera una promesa traviesa en mi mirada. Me quitó la última pieza que quedaba de mi ropa lentamente, besándome mis piernas mientras que lo hacía y llevó su boca al lugar en donde antes habían estado sus dedos.

Deslizó su lengua lentamente, haciéndome estremecer al instante y perder un poco el control de mis pensamientos. Una de mis manos fue hacia su cabello, hundiendo los dedos ahí casi rogándome que no se terminara. Escuché el jadeo salir de mis labios cuando volvió a besarme, haciéndome estremecer lentamente. Pude sentir su lengua acariciándome con experiencia, logrando hacerme delirar en segundos, casi hundiéndome en mi bella almohada que nunca sería la misma. Sentí mi propio cuerpo ansioso de lo que podía darme, queriendo más o todo al mismo tiempo. Me sorprendían mis propios gemidos, porque nunca había vivido algo así y estaba terriblemente perdida. Julian sabía lo que hacía, sabía como besarme, como tocarme y el orgasmo me golpeó violentamente haciendo mi cuerpo vibrar con tanta facilidad que me asustó. Estaba desesperada por ese hombro, con su lengua, sus dedos, sus besos y en estaba entregada a cualquier cosa esa noche. Se podía ir todo bien a la mierda, yo, Shirley, feliz.

El karma de Shirley [YA EN LIBRERIAS]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant