Prólogo

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Odette Blues tenía las manos manchadas de sangre

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Odette Blues tenía las manos manchadas de sangre.

   Jamás olvidaría el momento en el que perdió a su hermana gemela.

   Se dobló por la mitad cuando el dolor le quemó por dentro. Jadeó como si sus pulmones se hubiesen oxidado; tenía en el pecho un acordeón desafinado. No era más que una criatura hecha de miedo y magia negra que se extendía por sus venas.

   El corazón le martilleaba dentro del pecho como un pajarillo queriendo escapar de su jaula. No conseguía enfocar la mirada con claridad. Todo a su alrededor se difuminaba por culpa de las lágrimas: los árboles sin final, el canto de las aves nocturnas, el susurro del viento arrullando las hojas caídas.

   Sujetaba la pistola con manos temblorosas.

   Su vida se tambaleaba. Sus esperanzas se resquebrajaban.

   Aquello no debería estar pasando.

   El cuerpo de Lilo estaba envuelto en la nube de humo que deja la pólvora. La mirada vacía de sus ojos verdes se perdía allá donde las estrellas formaban constelaciones que no volverían a ver la luz de su hermana. Su corto cabello rojo se desparramaba sobre las frágiles margaritas.

   Un balazo en el corazón, el fin de una vida que acababa de comenzar.

   Quiso gritar y pedirle perdón, despertarla y hacerla reír. Decirle lo mucho que la echaba de menos, que la quería más que a nada en el mundo, que se sentía perdida desde que se había marchado de su lado.

   Odette mataba a Lilo en sus pesadillas porque, a veces, creer que estaba muerta era mejor que pensar que seguía desaparecida.

   Se despertó entre alaridos y un llanto que atrajo la atención de su madre. La puerta de la habitación se abrió y Lisbeth Blues entró frenéticamente, todavía vistiéndose con una bata que comenzaba a verse demasiado andrajosa.

   —Ya está, cariño, ya ha pasado. Solo era un mal sueño...

   Abrazó a su hija y calmó sus lloros. Preparó leche con miel y la mezcló con un beso en la frente que, años atrás, hubiera conseguido calmar los miedos de su hija.

   —¿Estás bien, cielo? ¿Necesitas algo más?

   Odette negó con la cabeza. Se dejó arropar entre muestras de ternura; cuando su madre salió de la habitación, dirigió la mirada hacia la cama vacía que descansaba en la otra esquina del cuarto.

   Lilo nunca estaba allí cuando Odette se despertaba en mitad de las pesadillas.

   Se miró las manos de nuevo. Tenía por costumbre clavarse las uñas con fuerza cuando la ansiedad era demasiado fuerte y el dolor demasiado intenso.

   Cuando amaneció, ya no supo distinguir si la sangre que las manchaba era suya o de su hermana, lo que era real y lo que no.

   «Te mentí, mamá. Nada está bien».

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¡Hola y bienvenida a Vivir a contraluz! Si me sigues por redes, quizá hayas oído hablar de esta historia como #ProyectoRoot. Me hace muchísima ilusión poder compartirla contigo por fin. Es una novela muy especial para mí y con la que me divertí mientras la escribía, así que espero que tú también la disfrutes.

Te recuerdo que el próximo viernes 19 de febrero tendrás la siguiente actualización, ¡así que te espero por aquí!

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 ¡Nos leemos pronto!

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