[12] Medianoche en Eastburn College

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Lo encontró delante de la fuente como tantas otras veces

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Lo encontró delante de la fuente como tantas otras veces.

   Habían empezado a conocerse así, comiendo a los pies de la estructura de piedra, con los rayos de sol templando su piel y acariciando su corazón. Por entonces apenas empezaban a abrirse el uno con el otro; Odette pensó que Ethan la veía por primera vez y él se dio cuenta de lo cómodo que se sentía con ella.

   Muchas cosas habían cambiado desde entonces. Las ojeras de Odette se habían oscurecido, pero sus ganas de encontrar a su hermana habían aumentado. Ethan llevaba el pelo más corto; lejos quedaba ya la imagen del chico cuyo flequillo le tapaba los ojos. Parecía más seguro de sí mismo, pero también algo más roto. Más fuerte, aunque con más fantasmas a su alrededor.

   Quizás solo de los desastres pudiera extraerse la belleza más hermosa.

   Alzó la mano para saludarle; Ethan no la vio. Tenía la mirada fija en su móvil y estaba encorvado sobre él como si no quisiera que nadie más leyera lo que aparecía en su pantalla.

   —¡Bú! —le susurró Odette al oído.

   Él dio un brinco y alzó la mirada, alarmado. Se guardó el móvil con rapidez, como si fuera la prueba de un crimen.

   —Madre mía, Odette, casi me matas del susto —jadeó mientras retomaba el control de su respiración—. ¿Qué tal estás?

   La joven se fijó en que, pese a su sonrisa suave, tenía el rostro ceniciento y los ojos enrojecidos. Le acarició la mejilla con una mano como si así fuera a descubrir el motivo.

   —Más bien debería preguntarte eso yo a ti. ¿Qué te pasa?

   Él le aguantó la mirada y luego cogió su mano entre las suyas. Señaló con la cabeza una de las esquinas de la plaza.

   —No aquí —dijo.

   Odette no preguntó. Se dejó llevar hacia el lugar señalado, en silencio.

   A veces, sobraban las palabras.

*****

—No quiero que te asustes —comenzó Ethan. Estaba apoyado contra la pared de la residencia, lejos del resto de estudiantes. Odette aguardaba frente a él con los brazos cruzados.

   —A estas alturas, eso podría significar cualquier cosa.

   —No he conseguido pegar ojo esta noche —explicó el muchacho como si eso no resultase obvio—. No suelo tener sueños, pero... Anoche tuve una docena de ellos. Y todos relacionados con tu hermana.

   A Odette le dio un vuelco el corazón.

—Te he dicho que no te asustes —repitió Ethan con tono acusador. Desvió la mirada hacia la fuente donde habían estado minutos antes como si allí pudiese ver algo que el resto no—. He hablado con Aaron y él ha soñado lo mismo que yo. —Guardó silencio durante unos segundos—. Eran pesadillas, no sueños.

Vivir a contraluzWhere stories live. Discover now