[05] Atrapar una constelación

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Maratón 1/2

Aaron Turner tenía planes para el fin de semana que no incluían brujas, hechizos ni encontronazos con fantasmas

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Aaron Turner tenía planes para el fin de semana que no incluían brujas, hechizos ni encontronazos con fantasmas.

   —Mis padres se van el viernes a Edimburgo —anunció el martes a la hora de la comida. Aprovechando que hacía sol ese día, almorzaban en uno de los bancos de la plaza. Se había vuelto una rutina hacerlo juntos—. Lo sé, lo sé; es un planazo, chicos. Una casa solo para nosotros, no hace falta que me deis las gracias.

   Sus amigos se miraron entre sí, dubitativos. Nadie parecía especialmente entusiasmado.

   —¿Qué estás sugiriendo? —preguntó Louise con los ojos entrecerrados.

   —¿No es obvio? Pasar el fin de semana juntos. Unas cervezas, películas de miedo... No me miréis así —añadió al ver cómo Winnie y Odette arqueaban las cejas a la vez—. Será divertido.

   —Yo no creo que pueda ir, Aaron, pero muchas gracias por contar conmigo —dijo la primera.

   —Yo tampoco, lo siento —se disculpó Odette con voz aguda.

   Aaron las observó, dolido. Desvió la mirada hacia los hermanos Reed, que cuchicheaban entre ellos.

   —¿Vosotros también estáis ocupados? —espetó. Hizo un puchero como si fuese un niño pequeño que descubre carbón bajo el árbol de Navidad.

   —Eh... En realidad, no —respondió Ethan esbozando una sonrisa nerviosa—, pero creo que sería una experiencia mucho más divertida si fuéramos el grupo al completo, ¿verdad, Louise?

   Su hermana asintió con energía.

   —Venga, chicas —les dijo a Winnie y a Odette—. Venid también.

   Aaron frunció el ceño ante la actitud de Louise. La tenía como una chica inteligente, algo calculadora, que no se involucraba demasiado con los demás porque no parecía disfrutar de la compañía ajena. Que les suplicase de aquella manera le sorprendió gratamente.

   —Toda la razón —exclamó con una palmada—. ¡Sería nuestro primer viaje! Una casa entera para nosotros, ¿qué más se puede pedir? Y Odette —añadió señalando a la chica con un dedo amenazador. Ella ladeó la cabeza, inquieta—, no pongas la excusa de que tienes que estudiar. ¡Solo es un fin de semana!

   Winnie se atragantó con el bocadillo que estaba comiendo y comenzó a toser de forma escandalosa. El chico se giró hacia ella, desesperado.

   —¿Winnie? Por favor —pidió.

   Ella rió y se limpió las migas de pan del regazo.

   —Quizá, si te pusieras de rodillas... —comenzó, pero luego sacudió la cabeza—. No, ni aún con esas. Lo siento.

   Aaron resopló y hundió los hombros. Se cruzó de brazos y evitó mirar a sus amigos a los ojos, como si temiera su reacción.

   —Se suponía que tenía que ser otra sorpresa. Una buena sorpresa —dijo, frotándose la nuca con aire culpable—, pero ya he sacado los billetes de autobús y no se pueden devolver, así que no me podéis decir que no —sentenció con tono triunfal.

Vivir a contraluzWhere stories live. Discover now