[08] Desdibujarse en el vapor

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Hacía días que Odette sentía que algo había cambiado entre ellos

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Hacía días que Odette sentía que algo había cambiado entre ellos.

No era la pálida luz de finales de noviembre ni tampoco los deberes que se comenzaban a acumular. Era una tensión que antes no estaba, un silencio mudo que se había firmado sin necesidad de un contrato. Era querer hablar con alguien y no saber con quién porque te daba miedo confiar y que te hiriesen. Oír lo que no querías escuchar; conocer lo que nunca deseaste saber.

Sobre todo, era ahogarte en un mar lleno de gente y sentir que nadie te iba a lanzar un salvavidas.

La dinámica entre ellos había cambiado. Las cenas estaban sombreadas por una incomodidad mal disimulada y una sensación de asfixia que no se iba.

—No sé adónde voy a llegar si sigo con este ritmo —bufó Aaron, enterrando la cabeza entre las manos—. He suspendido los tres últimos exámenes y se suponía que esos eran fáciles...

—Y también te has manchado el polo. —Winnie cogió una servilleta y le limpió una pequeña manchita de salsa.

Él se encogió de hombros y se apartó. Tenía los rizos apelmazados y unas profundas ojeras destacaban en lo que antes había sido un rostro alegre y lleno de vida.

—Te están pasando factura las clases del señor Sullivan, ¿eh? —bromeó Ethan, despeinándole en un intento de hacerle reír.

—No más que a ti, idiota —replicó él, peinándose a su manera—. Eres un maldito empollón. ¿Ha sido siempre así, Louise?

—Oh, no le preguntes a ella —intervino Odette, mirando de reojo a su amiga y sonriéndole—. Todavía no sé cómo lo hace; se pasa días sin venir a clase y luego tiene las mejores notas.

Ella se encogió de hombros y se apartó un mechón rubio del rostro.

—Los genios nunca revelan sus trucos.

—Eso explicaría las notas de Ethan —terció Aaron.

Su amigo le propinó un golpe amistoso en la nuca.

—Y tu vagancia también, Turner. Si se pudiera tener matrícula de honor en procrastinar, serías el primero de la clase.

Todos rieron con suavidad, aunque a Odette se le rompió la sonrisa en el rostro. Sentía todo demasiado falso, irreal y forzado. Apenas habían hablado del incidente en la granja de Aaron e incluso ella había comenzado a dejar de escribirle a Lilo.

Le daba miedo verla en el espejo otra vez, a su lado. Había estado buscando respuestas todos esos años, pero ahora le aterraba encontrarlas de verdad.

—¿Podemos hablar? —le preguntó a Ethan cuando todos se levantaron.

Él se dio la vuelta hacia ella y se dio cuenta de que parecía estar buscando un lugar donde esconderse.

Vivir a contraluzOnde as histórias ganham vida. Descobre agora