𝖝𝖛𝖎.

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xvi. habitación 451

Entramos en la habitación como quien entra en una zona de combate. Puede pasar cualquier cosa, desde que nos quitemos la ropa el uno al otro a que decidas darme una paliza cuando me veas sin esta piel falsa. El número de la puerta es exactamente cómo me siento. A punto de estallar. Alerta. ¿Alguno sabe por qué estamos aquí, si no seremos los mismos que cuando salgamos? ¿Por qué nos arriesgamos a cambiarlo todo para siempre? Me acerco, cierro los ojos, todos los ojos, que no sirven para conocer a nadie; cierro los puños, que no sirven para tocar como quiero tocar a nadie; y de repente me siento muy sole. Y solo el número, la coincidencia, me reconforta. La temperatura a la que los libros arden, los recuerdos arden, se arrugan, se queman y se convierten en cenizas, en un campo de cenizas en el que solo dejamos las huellas al cruzar. Un campo eterno. Cuantos más pasos, más ceniza, más camino que recorrer. Más lejanas dejaremos estas habitaciones, estos cuerpos en guerra.

Entre dioses y fauces ⇝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora