𝖎𝖛.

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iv. ¿por qué estás aquí otra vez? ¿qué es lo que te trae siempre de vuelta, si este lugar siempre te pone triste, y te da miedo?

No hay un ruido en todo el bosque. Aunque el cielo se abriera y los rayos partiesen los troncos en dos e incendiasen las copas y aunque todos los árboles cayesen uno tras otro, no se oiría nada. Los fantasmas no pueden hablar, pero tampoco escuchar. Las estaciones se suceden en el paisaje como una película de cine mudo. Desvalida y devorada por termitas, la casa en el árbol sigue en el mismo lugar, y las cintas de la policía siguen ensuciando el suelo, como rastrojos de plástico que la tierra escupe cual órgano rechazado. Los fantasmas no pueden huir.

¿Por qué has vuelto? Sin voz en el mundo, ¿qué es lo que intentas buscar?

Tu hermana pequeña se asomó desde la ventana de ojo de buey una vez, curiosa. Otro día  te escondiste allí e hiciste que mamá subiera las escaleras a pesar de su vértigo. Dentro, sobre una caja de cartón, diste tu primer beso. Aquí también te escondiste de los abusones, y de lo que empezaste a ver en las sombras de la arboleda. La repisa del ventanuco estaba desgastada de apoyar los codos para observar las aves con los prismáticos, saltando de rama en rama. Los pájaros ya no están, pero sí los vivos. No hay un ruido en todo el bosque. Los fantasmas no pueden hablar, ni tampoco escuchar, pero a veces, allí, a solas, porque morir es como si todo el mundo muriera contigo, crees oír a tu madre regañándote mientras sube la escalera. No sabes qué vino después, y aunque no quieres quedarte aquí para siempre, quieres sentir el timbre de su voz. Por eso siempre volverás. Tienes la esperanza de que algún día oirás cómo llora, y eso te romperá el corazón, como te lo romperá no oírla.

Entre dioses y fauces ⇝Where stories live. Discover now