𝖛.

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v. fiebre a media noche

Los espíritus no aparecen hasta altas horas de la madrugada. El chico lo sabía, como sabía los nombres de las calles, pero no el propio, y como sabía escapar de todas las víctimas de sus humildes robos de Lazarillo. A media noche alguien llamó a su puerta, y cuando no abrió, su cuerpo empezó a quemar y su pobre madre llenó un cubo con agua sucia y mojó en ella un paño para calmarlo. Pasada la una, la fiebre subía, y a los susurros de los espíritus los acompañaron la tos, los calambres, el toc toc en la madera. Los espíritus aparecieron a altas horas de la madrugada, dando alaridos que solo él oía, y abrieron la puerta. El dedo huesudo de la muerte negra lo apuntó. No hubo entonces más nombres, más robos ni más recuerdos; incluso la ropa y los pequeños zapatos acabaron en el fuego. El chico nunca existió.

Entre dioses y fauces ⇝Où les histoires vivent. Découvrez maintenant