Capítulo 25. Dos milagros

641 55 14
                                    


Erick

-Estoy bien, Joey...de verdad.

-Lo se pero...

-Mira... cuando recién me contaste la primera vez, todo mi mundo se vino abajo. Quería tener una familia grande contigo y eso rompió mi corazón pero cuando el doctor Mejía me explicó, supe que no podía estar triste, tengo que ser fuerte por nuestros hijos porque ellos lo necesitan. Queda poco, a penas una semana para que estén acá con nosotros, no puedo ahora decaer. Se que también querías más bebés y lamento no poder cumplirte con eso pero estos dos son un tesoro, un milagro, Joey y eso me basta para ser feliz.

-Bebé...

-Si el destino los puso en mi camino, en nuestro camino, es porque así estaba escrito. No soy un omega común y ni estaba supuesto a poder procrear sin embargo aquí estamos ahora, eso ya es especial. Por eso mi amor, no estés triste por mí, vamos a ser felices con los gemelos, además...no dijeron que era cien por ciento seguro.

-Mi vida, pequeño bebé. Te amo tanto.

-Yo más.

Después de eso nos quedamos en silencio, yo sabía que él quería decir algo más pero no podía soportarlo. La verdad era que estaba destruido por dentro, ahogándome en la pena y el dolor pero no podía permitir que mis bebés tuvieran problemas por mi culpa, tenía que ser fuerte per ellos y por mi alfa que había perdido su brillo desde que supo la noticia. Sabía que era por mí, que su dolor era por creer que yo estaba mal y lo entendía debía demostrarle que no tenía por que estar así, que yo estaba bien, los bebés también, eso era todo lo importante por ahora.

-¿Quieres cenar ya? -Habló bajito mientras acariciaba mi espalda, me había duchado hace poco y estaba solo en boxer en la cama.

-No...quiero que te quedes acá conmigo un rato.

-Es tarde, debes comer.

-Debo estar con mi alfa porque lo necesito a mi lado. -Algo en su tono no me gustaba, era como que no quería estar cerca de mí.

-Debes alimentarte, no has comido hace horas y yo...

-Mira Joel...no quiero discutir contigo y mucho menos ahora. Se que no es un buen momento para nadie y si, se que te preocupas por mí y los bebés, lo entiendo pero yo estoy poniendo de mi parte, estoy esforzándome y tú solo te lamentas. Te necesito a mi lado, necesito tu calor y tu olor pero si quieres ir a sentarte al sofá como cada noche, solo vete pero no regreses hasta que se te haya pasado lo pendejo.

-¿Qué?

-Eso...es más, ve Joel, ve al sofá. Quiero dormir solo hoy, yo también necesito estar solo un momento.

-Erick...

-Por favor... solo vete.

Quiso protestar pero con una mirada le dije todo. Lo vi arrastrar sus pies a la salida de la habitación y solo cuando la cerró, me permití llorar. Realmente estaba destrozado, la noticia había destruido mis sueños y deseos de tener una gran familia, había arrebatado toda idea y pensamiento sobre muchos lobitos a nuestro alrededor pero lo peor era Joel. Él había dejado de ser el mismo, se notaba tan triste y perdido que a veces él parecía el omega. Yo sabía que no se alejaba de mí por rechazo, ni porque no podría cumplir sus sueños de semental pero sin darse cuenta me hacía daño.

Se que estaba lidiando con sus propios pesares, le dolía que yo pasara por esto y que se alejaba para que yo no lo viera mal pero necesitaba a mi alfa, necesitaba sentir su calor corporal y su respiración para dormir, necesitaba su aroma para calmar mi tristeza. Me tapé más para quedar completamente cubierto y cerré mis ojos, necesito dormir al menos cinco horas seguidas.

-No puedo dormir sin tí, no puedo estar sin tí ni un momento de mi día, Erick. Lo siento, se que soy un completo idiota pero es porque me mata saber que tu sueño de una gran familia...

-Shhh...ya no digas nada, solo ven a la cama conmigo, me haces falta.

No había demorado nada en regresar, a los pocos minutos de haber cerrado mis ojos, estaba volviendo a mí. Sentí como quitó las mantas para acomodarse en mi espalda, fue cuidadoso cuando me pegó a su cuerpo y toda mi alma sintió alivio cuando sus manos
se posaron en mi panza. Un beso pequeño fue dejado en mi cabello y sonreí en un suspiro cuando su aroma llegó a mi nariz, jamás iba a cansarme de su café con menta, me calmaba, me relajaba, me daba la fuerza y la paz para enfrentar todo en la vida.

-Quiero pedirte perdón por mi comportamiento, he actuado como un adolescente y se que mi lugar es a tu lado para apoyarte pero me destrocé cuando supe.

-Lo se, lo se mi amor, también yo y lloro cada día por eso pero tengo dos pequeños que me necesitan, que están dentro de mí resistiendo y siendo aferrados a la vida, no puedo permitirme caer porque los llevaría conmigo. Pienso que si el destino nos dió esta posibilidad, aunque sea única y haya sido dura, es porque así tenía que ser. Serán bebés amados y bien esperados por sus papás, por sus abuelos, serán lobitos llenos de amor porque así los hicimos, así los hemos cuidado y esperado todos esos meses. Yo no quiero sufrir más, no quiero pensar en lo malo, quiero quedarme con el milagro de que los pude tener aún cuando mi organismo no estaba preparado para ello.

-Eres un omega especial, fuerte y valiente. Doy gracias a la luna por haberte elegido para mí.

-Y yo agradezco lo mismo, eres el único alfa que me ha importado en la vida y estoy orgulloso de tí, de lo que eres y de lo que haces por mí. Yo te amo, Joel, te amo con la certeza más pura y así va a ser por siempre. Nuestro lazo nos ha permitido este embarazo, es algo de los dos que haya podido superar los inconvenientes, eso para mí es más importante que la cantidad de bebés, porque se trata de nuestro amor, de nuestro vínculo puro y profundo, se trata de estar enlazados tan fuertemente que hemos sido capaces de procrear dos milagros, no uno... dos.

-Dos milagros. -Repitió bajito con lágrimas tratando de escapar de esos ojos café que tanto amaba, era un momento muy sentimental para ambos, hacía un par de minutos me había girado para verlo y a pesar de que el tamaño de mi panza nos impedía estar más cerca, nos las arreglamos para abrazarnos.

-Dos milagos. -Repetí con una sonrisa que él después imitó y entonces, a pesar de que debíamos ser cuidadosos, yo necesitaba sentirlo dentro de mí. -Joey...hazme el amor.

-¿Estás seguro?

-Si...te deseo, te necesito y el médico no nos prohibió tener sexo, solo no seas rudo.

-¿Vas a decirme si te sientes mal, cierto?

-Si...pero ven, de verdad necesito de tí.

Smell ll JoerickWhere stories live. Discover now