Capítulo 3...Cachorro

738 75 11
                                    


Erick

-¿Qué pasa, chachorro? -Mi mamá había demorado mucho en preguntar, sabía que estaba mirándome raro desde el día del suceso con ese alfa idiota.

-Nada. -Respondí irritado, ese era mi modo permanente desde hace cinco malditos días.

-¿Sabes que hueles a amargura y confusión?

-No...se te olvida que salí defectuoso.

-Estás muy irritable, hueles a eso y me tratas de forma grosera. Nunca has sido así, nunca me has tratado de esa forma, supongo que te pasó algo y no quieres decirme. Sabes que puedes contar conmigo, soy tu mamá y te soporto todo pero no es mi culpa lo que sea que te haya pasado. Me voy a trabajar, realmente espero que te mejores porque no me gusta sentir a mi único hijo así.

La culpa se apoderó de mí en cuestión de segundos, mamá tenía razón, jamás la he puesto de blanco de mi mal humor. Tuve deseos de correr a abrazarla para disculparme con ella pero realmente me sentía mal. Desde el día de la desgracia, todo en mí ha cambiado, yo he cambiado. Ese alfa idiota ha estado permanentemente rondando en mi cabeza, adueñándose de cada maldito pensamiento de mi inestable mente. No fui más a clases, fingí estar en celo y eso me libraba de toda culpa por faltar aunque mamá si que me regañó.

La verdad es que después de ese encuentro en el baño de chicos, casi tengo que arrastrarme para llegar a casa. Mi cuerpo había experimentado una extraña y constante sensación de temblor, como si tuviera frío y calor al mismo tiempo, como si fuera un adicto a la heroína y no tuviera mi droga. Las palabras de ese hombre no dejaban de empujar contra mi cerebro, se repetían en un bucle eterno, martirizándome, haciendo que me cuestionara muchas cosas que siempre había catalogado como absurdas.

-¿Quién jodidos viene a molestar un sábado en la mañana? -Gruñí frustrado ante el sonido del timbre mientras me dirigía a la puerta de entrada, quizás mamá olvidó las llaves, como muchas veces. -¿Pero que mierda?

-Erick...-El suspiro de sus labios provocó que me tragara la ofensa que iba a decirle, su semblante lucía tan patético pero tan...aliviado.

-¿Qué... qué estás haciendo aquí? No...¿Cómo sabes que vivo aquí?

-No lo sabía...he estado recibiendo insultos por tocar puertas a las ocho de la mañana. -Debo admitir que su sonrisa destruyó mi resistencia a corto plazo, nunca había visto una sonrisa igual, tan...¡Dios! Esto no me puede estar pasando.

-¿Eh? -Mi auténtica cara de idiota se muestra ante él, me arde la piel de vergüenza y de rabia por encontrar su estúpida cara...hermosa.

-Eso...que he estado...

-Ya entendí, no puedo creer que realmente hayas hecho eso. ¿Acaso estás demente? Idiota.

Mi irritación solo crecía y crecía, por él, por su estúpida cara perfecta y su estúpida sonrisa que odio pero sobre todo, por mí, porque malditamente estaba sintiendo a mi corazón latir como un caballo de carreras. Él realmente había estado buscando mi casa para...¿Para qué? ¿Qué quería este señor? De verdad estaba frente a mí, luciendo muy diferente a ese día en la Universidad, viéndose increíblemente atractivo con ese atuendo informal.

-¿Puedo pasar? Hace frío acá afuera. -No me perdí el detalle de su voz, casi un susurro avergonzado y expectante, como si estuviera esperando que le lanzara un improperio.

-No...¿Qué quieres? Aún no me dices que haces en mi puerta un sábado a las ocho de la mañana, no recuerdo haberte invitado, ni siquiera...

Mis palabras fueron calladas con el gesto más extraño de mi vida, había irrumpido en mi casa y yo me encontraba siendo presa de sus fuertes brazos, me tenía de espaldas a la pared y su nariz olfateaba mi cuello de una forma tan...tan... ¡Oh Dios! Todo mi cuerpo ardió en llamas ante el contacto de su piel junto a la mía, su respiración acompasada, profunda y calmada, como si mi olor...como si mi olor lo tranquilizara, como si encontrara en mí...su omega.

-Tu aroma...

-¿Qué... qué pasa con mi aroma? -Yo era un charco de miel en sus brazos, pasé de ser todo espinas para volverme una cosa necesitada de un abrazo que no sabía que quería.

-Hueles...a flores...flores silvestres.

-Flores...-Repetí como autómata, drogado por la cercanía, por el calor que emanaba de su cuerpo. -¿Te gusta? -Mi voz era un susurro, casi podía sentir como mi, para nada oportuno lubricante hacía acto de presencia.

-Tu olor... está...cambiando, tu celo...¿Cuándo es?

-¿Qué? -Mis alarmas se activaron enseguida y una ola de terror se apoderó de mí, había fingido esta semana diciendo que estaba en celo pero realmente olvidé que no faltaba mucho aunque...se había adelantado.

-Hueles... intensamente...Erick...-Mi nombre en sus labios se escuchaba tan bien, tan hermoso, tan malditamente sensual.

-Creo que estoy entrando en celo. -Él seguió oliendo mi cuello y había empezado a dejar unos muy pequeños besos sobre mi piel, esto era una mal idea, si seguía besándome así, yo iba a saltar sobre él muy pronto.

-Mi omega...-Gruñó bajo de forma posesiva, enviando todo tipo de señales a mi cuerpo y mi lubricante, esta vez no se detuvo.

-No...soy...

-Lo eres...eres mío.

Aquello fue solo el preludio de lo que vendría después y tal vez yo estaba atormentado por mi incapacidad de detenerlo pero cuando me alzó en brazos cual princesa y me llevó a mi habitación, supe que no había vuelta atrás. No me importaba nada, solo quería que siguiera oliendo mi piel, que besara mi cuello, que siguiera más y más lejos, que me tomara y pusiera sus cachorros en mí, que me marcara como suyo, de su propiedad porque yo era totalmente de él.

-¿Vas a...vas? -Me depositó en la cama con delicadeza y admiré el color rojizo de sus ojos, su lobo estaba tomando su lugar y eso solo me encendía.

-No...solo... voy a ayudarte un poco, si me dejas.

-¿Ayudarme?

-Si... estás empezando tu celo ahora, imagino que mañana será más intenso, ahora puedo hacerte sentir mejor pero no voy a tomarte.

-¿Por qué? Yo quiero...tómame. -La desesperación se adueñó de todo mi ser y casi salto sobre él para que me tome.

-No quieres...solo estás ahora muy...en celo, no quieres esto, no realmente. -A pesar de la bruma de calor insoportable y la cascada de lubricante que salía de mí, pude notar como estaba dolido.

-Yo si quiero...

-No...no lo haces.

-Eres mi alfa. -Sus ojos se encendieron como dos fuegos en la oscuridad y todo un temblor me sacudió, sin querer bajé mi vista hasta su entrepierna y casi me ahogo al notar el tamaño de su erección que parecía querer explotar dentro de sus pantalones.

-Lo soy...por eso mismo no puedo usar tu cuerpo ahora, estás caliente y no vas a entender razones pero si después de que pase tu celo, sigues pensando que lo soy...entonces te haré mío para siempre... como corresponde.

Smell ll JoerickWhere stories live. Discover now