Capítulo 8. Lobito caprichoso

867 81 32
                                    


Joel

Mi mundo se detiene en una fracción de segundo, justo en el instante en que él confiesa su particularidad. Mi corazón se comprime en mi pecho de una forma brusca y agobiante, en nuestro mundo, el olfato es una pieza fundamental y me duele que el suyo sea inexistente. Lo miro a los ojos, esos ojos preciosos que ahora están bañados de las lágrimas que se que había estado conteniendo y comprendo que definitivamente voy a amarlo hasta el último día de mi vida.

-Pequeño. -Susurro sin cortar la mirada que compartimos, él me mira avergonzado y su olor se torna un poco amargo.

-Yo...soy defectuoso. -Solloza pegándose a mí, luciendo como un pequeño bebé y mi alma se hace pedazos.

-No eres defectuoso, eres el omega más hermoso que he visto.

-No lo soy, ni siquiera soy agradable.

-Solo eres espinocito, pequeño bebé.

-No soy espinocito, solo...solo...

-Es tu protección, no quieres sentirte menos que los demás y tomas esa actitud para evitar que te lastimen pero eres lo más tierno que he visto.

-¿Lo soy? -No mueve su carita de mi pecho y ahora se que aunque no puede olerme, está a gusto en esa posición.

-Eres tierno, adorable y aunque me hiciste sentir horrible, ahora entiendo. De todos modos no tenía pensado darme por vencido, eres mi omega, mi bebé y voy a cuidarte.

-¿De verdad? ¿No vas a dejarme después de que pase mi celo?

-No voy a dejarte nunca, si no lo notaste, no te hice mío precisamente porque no quería que lo nuestro empezara así.

-Yo quería...quiero que me tomes, necesito sentirte dentro de mí y que me llenes de tus cachorros.

-También yo quiero eso, deseo más que nadie que te entregues a mí pero no así, quiero que ahora que hemos sido sinceros, esperemos a que pase tu calor.

-Pero...moriré si no me tomas. -Su voz era tan lamentable, tan triste, como si realmente le doliera en el alma que no lo hiciera mío pero yo tenía que soportar, a pesar de conocer su secreto, no podía arriesgarme, tenía que estar en todos sus sentidos para pedirme que tomara su cuerpo.

-No morirás, has tenido celos antes y aquí estás.

-Pero no es igual, nunca he sentido tanto...tanto...nunca he pedido por un alfa. Mis juguetes han sido más que suficiente, ni siquiera lo uso, solo...solo una vez y me dolió.

-¿Qué?

-Eso...mis celos no son así, jamás. Tú haces que me ponga así, mi omega llama a tu alfa desesperadamente, quiere que nos tomes, que nos reclames.

-Lo se...lo siento también pero tenemos que esperar.

-No quiero esperar, yo quiero...

-Erick ya basta, se que no comprendes ahora pero después me agradecerás.

-¡Yo quiero a mi alfa ahora!

-No me grites...¡Joder! No grites. -Su chillido había sido agonizante, colándose por todos los poros de mi piel. Lamenté enseguida haberlo regañado porque se encogió sobre mí como una bolita, estaba muy sensible y mi lobo quería mimarlo.

-Perdón...alfa. -"Alfa" Una sola palabra que significaba un mundo entero de emociones y sensaciones hermosas, escucharlo así era casi mágico pero mi temor al después, seguía poniendo barreras.

-Está bien, no te pongas así, quédate tranquilo.

-Pero tengo calor, estoy excitado, quiero sentirme mejor. -Había comenzado a removerse sobre mí, mala idea.

-Erick, detente.

-Pero lo necesito.

-Pero no va a pasar, no voy a aprovecharme de tí.

-No me quieres, eso es. -¿Acaso estaba comenzando a llorar?

-Si te quiero, te quiero para toda la vida pero entiende que no estás ahora en disposición de...

-¿Y si usas condón? Está bien que lo uses, así evitarías dejarme embarazado si es lo que te preocupa.

-¿Qué? -Yo estaba desconcertado, me miraba entre lágrimas pero decidido a conseguir su cometido y yo no quería, no podía.

-Erick, no...

-¿Pero por qué no? Si nos cuidamos, no podrás anudarme y no habrían cachorritos. Yo quiero tus cachorritos, quiero que me llenes bien y me reclames pero si tú no quieres bebés ahora, entonces usemos condón.

-No es así de simple, no eres un omega cualquiera, eres mi omega y quiero sentirte como tal, mío en todos los sentidos. Un pedazo de latex no va a ser una barrera entre ambos.

-No...la barrera eres tú, tú que me rechazas como si no me quisieras, como si fuese feo.

-Erick, no es así. ¡Dios! No seas así, no tiene que ver con eso, yo quiero todo de tí pero te necesito real, necesito al chico grosero que me topé esa mañana. -Él detiene todos sus movimientos sobre mí y lo agradezco, resulta astronómicamente fácil obtener una erección si está cerca de mí, inclusive ha sido fácil sin que lo esté, tan solo en mi cabeza.

-¿Soy grosero? -Luce ofendido pero se ve tan tierno, tiene un puchero de esos que solo él puede lograr y me da un arranque de ternura.

-Si fuiste grosero conmigo, la primera vez.

-Pero es que no te conocía, mi lobita se sentía rara, yo también pero...¿Tú tienes espejos en casa? Digo...¿Te has visto?

-Si...¿Por qué? -No entiendo para nada sus preguntas, si se que soy alto y muchas personas me han dicho que intimidante pero no creo que sea tan malo.

-Porque no puedes estar más bueno. -Lo dice tan natural, como si fuera la respuesta más obvia que ha dado en su vida.

-¿Qué?

-Eso, eres tan malditamente caliente, tu rostro, tus labios, tu cuerpo, tus pestañas...¡Por favor! Tus pestañas pueden causar cataclismos.

-Erick...

-¿Qué? No me digas que no lo sabes, estás bueno como el mismo infierno y tienes esa aura de tipo malo...me tomaste por sorpresa, llegaste de la nada a decirme que eras mi alfa y yo, yo no podía olerte pero lo sabía, yo lo sabía Joel. Nunca antes había estado seguro de nada como lo estuve esa mañana pero...¿Qué se supone que debía hacer? No puedo olerte, no pude en ese entonces y no puedo ahora y yo...yo se que soy un lobito caprichoso, berrinchudo y malcriado pero...soy un buen niño y te acepto como mi alfa.

Cada palabra había sido en un susurro, lentas, desesperadas a veces pero sin alzar la voz, sin alzar la mirada. Podía sentir el aroma de la tristeza inundar la habitación y eso me dolía, estaba siendo sincero, a pesar de seguir en sus momentos de calor, ahora estaba siendo él mismo, inocente, adorable, hermoso pero por sobre todo...mi omega. Escucharlo decir que me acepta, no puede compararse con nada más, no hay sensación más satisfactoria que saber que mi destinado...me acepta como su pareja.

-Erick...gracias, en serio...no tienes idea de como me haces sentir justo ahora. Me has tenido en una montaña rusa de sentimientos y yo...de verdad, pequeño, estoy aquí para cuidarte, para servirte, para complacerte, para protegerte porque eres mío y no voy a dejar que nada te pase, mi pequeño omega. -Sonreí para él observando la hermosa sonrisa avergonzada que me regalaba y me enamoré de esa imagen, tan quebrado y vulnerable pero tan perfecto y tan mío.

-Mi alfa. -Habló con voz firme, como si estuviera confirmándome que me aceptaba y mi corazón lo agradeció.

-Tu alfa.

-Mío...mi alfa, solo para mí. -Pasó sus manos alrededor de mi cuello y olió mi piel haciendo que todas mis alarmas saltaran, a pesar de no captarme, me hacía sentir amado.

-Tuyo...

-Mío...alfa...el alfa más hermoso..."Mi Alfa".

Convicción pura brotando de cada poro de su piel y no pude deternos cuando sin mediar una palabra más...me besó.

Smell ll JoerickWhere stories live. Discover now