Capítulo 2

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Pitt

Las horas corren y todos siguen las reglas, observo el silencio de muchos y ya aprendí que no debo confiarme de absolutamente nadie.

Todos toman sus cosas y otros se hacen los ciegos, somos masoquistas de malo y nos encanta el dolor que eso nos provoca, disfrutamos del más mínimo llanto de nuestros enemigos pero no estamos del todo listo para cuando esté se levanta.

Hago caso omiso a las últimos días evitando pensar en ello y el dolor de cabeza que eso me provoca.

Saco la cabeza del computador cuando la puerta se abre viéndola entrar en brincos con su vestido de bolas de colores como si no hubiera habido nada más en el mall, lleva el pelo trenzado y una sonrisa en su pequeño rostro.

—¡Pitt, soy yo!

Me pongo de pies detallándola bien.

—Lala también vino —la observo entrar algo tímida regalándome una sonrisa algo forzada, Claudia se detiene frente a mi como si esperara algo y no me queda más que llegar a su nivel.

Se cruza de brazos cuando me agacho.

—Estoy molesta contigo.

—Ah, ok. Siguiente en la fila por favor.

—Tu amiga nos trajo —habla Lala quien luce muy bien en comparación a la última vez que la vi.

—¿Amiga?

—Chicas no corran por ahí sin avisarme —veo a Vanessa a entrar en lo que parece estar en busca de ellas.

—Esa amiga.

—Nos llevó por helados.

—¿Ah si? —me paro de derecho metiendo las manos en mis bolsillos. <<la espera no ha sido tan larga>>

—No he olvidado el compromiso que tenemos anualmente.

—¿Tenemos? —la observo al no decir nada— Claro que no lo olvidé, solo pensaba ir más tarde.

—¡Eres un mentiroso Pitt! —Claudia reclama— Si lo olvidaste, lo veo en tus ojos.

—¿Ah si? —asiente con los brazos cruzados sobre su pecho— ¿Y qué más ves en mis ojos pequeño pedazo de molestia?

—No soy una molestia.

—Si lo eres — pongo mi mano sobre su cabeza haciendo un desastre de su pelo.

—Me costó mucho peinarla —dice Vanessa.

—Más razón tengo.

—¿No te gusta mi peinado?

—Pareces una piña llena de agujeros.

—Eso no es muy lindo de tu parte, soy una dama y debes tratarme como tal.

—¿Eres una qué? —analizo la actitud que acaba de tomar.

—Soy una dama.

—No te escucho desde aquí arriba, supongo que debes crecer unos metros más.

—Harás que me moleste más contigo —declara.

—¿Y eso qué?

—¿Por qué estás tan amargado? —suelta Lala.

—Pueden preguntarle a mi esposa, últimamente no ha estado haciendo muy bien su labor.

—¿Estás casado? —pregunta Claudia.

—¿Están casados? —secunda Lala volteando a ver a Vanessa lo que provoca que no sepa que responder.

—¿Tienen bebés? Pitt, no me habías dicho que ya eres un papá pingüino, son los que cuidan el huevo, por eso no habías ido a verme, si me lo hubieras dicho no habría estado molesta contigo.

Acercándome a lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora