Capítulo 6

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Pitt

Me pesa cada minuto.

De esta forma no hay magia, solo un agujero que parece no llenarse con nada cuando la terquedad no me deja apartarme, podría, más no quiero.

Rebusco por el castillo hasta dar con mi cometido.

Vanessa se mantiene en el segundo piso ya que le preocupa lo que no es parte de este mundo y se molesta por mi forma de actuar, cuando para ser honesto no me importa ni un centavo, si lo vuelvo a ver lo remato y ya queda.

Ya tuve bastante con Diana y sus acciones que hasta el día de hoy me persiguen para dejar que otro más se agregue a la lista.

Mi ego ha sido golpeado pero sigo siendo Pitt Lennox, y si debo fingir que no me importa lo haré hasta que realmente no lo haga.

Estamos en algún castillo de Holanda el cual adquirí en el supuesto intercambio con los Morfis, salí tan de prisa que olvidé algo importante lo que terminará en que Nicol cumpla sus amenazas, la situación parece complicarse cuando todo lo que buscaba era un nuevo inicio.

Arrastro mi cabello castaño hacia atrás viéndome frente al espejo, lo que veo allí es lo que soy y no hay más nada que buscar.

Salgo en busca de aire notando que me he equivocado pero no recuerdo haberla visto salir, anda descalza por el lugar con la mirada en las nubes cuando la ignoro y tomo el camino contrario.

Yo no he faltado y no hay razón para humillarme más de lo que yo he hecho, ella ha sido quien falló, es su turno de ver las cosas como son y que no siempre estaré dispuesto a dejársela pasar.

Los alrededores del lugar no están mal, mis pasos se sienten firmes sobre la tierra, esto ha cambiado, ella ha cambiado más yo nunca he tenido nada que ocultar sobre mi esencia.

Me detengo junto al gran árbol cuyas ramas cuelgan llenas de frutos, me llaman la atención hasta que encuentro una manera de subir hasta el, los recolecto tomando algunos que es para lo que me dan ambas manos. No quiero pensar en venganzas, cuentas por cobrar, quien fue golpeado y quien no, solo busco poder respirar y un lugar donde poder hacerlo sin tener que estar alerta las benditas veinte cuatro horas del día.

Doy con un pequeño rio en el cual a lo lejos se pueden ver algunos peces pero me enfoco en los dos ciervos adultos que se asoman juntos, el macho se queda en guardia mientras me ve a los ojos, la otra parece estar escondiéndose hasta sentir que está protegida por su acompañante y disponerse a beber del agua que corre entre nosotros separándonos. 

Ella termina dándole la vuelta al macho quien ahora es quien toma, me observa y ve a los alrededores hasta que ambos parten lentamente sin girar a ver quien los observa.

Veo la fruta restante en mi mano, regreso al castillo pero antes de subir la dejo sobre la mesa, ya no está en los jardines lo que solo deja un lugar donde entro como lo que soy, el dueño del lugar, Vanessa está sentada sobre la cama, se sorprende al verme pero disimula no tener interés en mi cuando me observa cerrar la puerta.

—¿Qué quieres que use?

Empiezo a removerme de encima todo lo que me molesta dejándolo sobre el suelo.

—¿Los dedos o la lengua?

Camino hacia la cama.

—No entiendo de que hablas.

—De la maldita trampa que tienes entre esas dos piernas Vanessa —la veo ponerse de pies —La maldigo cada que respiro pero aún así no puedo alejarme de ella.

Sonríe.

—¿Te parece gracioso? —me pego a ella viendo el café de sus ojos <<Otra maldita trampa>>

Acercándome a lo prohibidoWhere stories live. Discover now