Capítulo 36

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—¿Te acostumbras al horario? —preguntó Dante curioso.

Edén se encogió de hombros. —Lo de madrugar no me termina de convencer.

El chico la miró antes de reírse levemente.

—¡Que perezosa! —sonrió antes de mirarla.

—Claro, ¡para ti es fácil! —respondió con los brazos en cruz, pero con una sonrisa.

Dante negó con la cabeza —No, es lo mismo, yo también madrugo.

Dante tenía razón, pues su horario era igual que el diurno, salvo que este se daba por la noche, pero Edén, tras haber vivido tanto tiempo en zona humana, no lo veía del mismo modo.

Edén, tras la visita a Kain, se había dirigido hacia su habitación y la había visto vacía. Ira ya no estaba en la cama, así que se había puesto a jugar con el móvil. Mas tarde Ira había llegado y habían conversado acerca de bastantes cosas. Mientras Ira había afirmado que se dormiría, Edén le había explicado que iría a ver a un amigo nocturno que había hecho. Ira no le había hecho ninguna pregunta, pues veía normal que hubiese creado lazos que no podía soltar de golpe. Más tarde, se encontraba en la habitación de Dante, charlando como siempre.

—¿Por qué prefieres perder clase? —preguntó la chica curiosa, sabiendo que los nocturnos ahora mismo empezarían una nueva asignatura.

—Soy un caso perdido —le restó importancia al asunto.

—¿Y eso? —preguntó analizándole de arriba abajo. Llevaba un polo azul marino y unos vaqueros blancos. Su pelo castaño contrastaba con el azul de sus ojos.

—Suspendo todo —El chico negó con la cabeza mientras intentaba cambiar de tema, pues no quería hablar con ella del desastre de sus estudios—. ¿Has conocido a mucha gente diurna agradable?

—Sí, hay gente bastante agradable —hizo una pausa antes de continuar—. Aunque suelo relacionarme con dos personas que conocí al principio.

—¿Ah sí? Cuéntame —inquirió curioso

Edén se sentó en la cama del muchacho y comenzó a ponerle al día sobre Kain, sin explicarle que se trataba de un bisiesto como ella y que le había ayudado a pasar la prueba. Le explicó cómo empezaron a hablar y lo seco que le había parecido al principio, también le contó muchas de sus virtudes y defectos.

—Parece un tipo horrible —concluyó Dante gracioso mientras terminaba de oír lo que la chica decía.

—Sí, pero es agradable, si lo conoces —hizo una pausa—, o al menos espero que lo sea cuando le conozca bien —concluyó riendo.

Ambos estallaron en una leve risa.

—Cuéntame más —profirió el muchacho con una sonrisa, mientras se sentaba en la cama contraria.

—Bueno... —hizo una pausa, pero prefirió no decir que Derek era su novio, así que cambió de tema sobre la marcha—. Por cierto, he viajado en el tiempo —susurró ilusionada.

—¿En serio? —preguntó risueño.

—Sí, y ha sido alucinante —concluyó la chica mientas se acariciaba el pelo.

—Ten cuidado con ello, porque si viajas más de tres horas al pasado sin cansarte, pueden descubrir que eres bisiesta.

Edén asintió con la cabeza. Desde que Dante la había presionado tras pasar la prueba diurna, ella finalmente le había confesado que era bisiesta pero que no sabía cómo había pasado la prueba y que simplemente había sido cosa del destino. Dante no se lo había creído, pero al menos le gustaba que ella se pasase de vez en cuando por su cuarto para hablar con él.

LOS DIURNOS: Durante las horas del díaWhere stories live. Discover now