Capítulo 10

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—¿En qué piensas, bicho raro? —preguntó una voz masculina mientras se sentaba en la mesa.

Edén, que no había parado de darle vueltas tanto a la cabeza como al colacao que le habían preparado, levantó la vista para ver a un lindo chico frente a ella.

Esta sonrió como tonta cuando le oyó pronunciar esas palabras. En realidad, le encantaba ese mote.

—La he liado. —soltó de pronto para ver si el chico podría darle alguna solución a su problema.

Este cambió su semblante alegre por uno más serio.

—¿Qué ha pasado? —preguntó el muchacho esperándose algo muy malo.

—Ayer, mientras me dirigía a mi cuarto para descansar de mis horas diurnas, me encontré un anillo que iba a llevar a objetos perdidos, pero me lo guardé y me dije que después de las clases nocturnas lo llevaría. El caso es que le pertenece a un profesor nocturno y tras decirle que se lo daría, que había sido yo la que lo había encontrado, fui a mi habitación, pero no estaba. —hizo una pausa, puesto que había soltado todo eso de golpe, obviando el detalle de la extraña persona que parecía haber entrado en su cuarto—. Creo que lo perdí y ahora no sé qué decirle.

Derek, tras asimilar toda la historia, se colocó la mano en el mentón como si se acariciase una perilla invisible muy lentamente.

—¿Él ha visto que lo tienes? —preguntó.

—No, pero yo le dije que lo tenía y no puedo decirle que lo perdí.

—Ya, ya, pero él no ha visto el anillo que tienes, ¿no? —preguntó queriendo llegar a una conclusión que Edén desconocía.

Esta negó con la cabeza mientas observaba sus movimientos.

—Puedes comprar otro anillo y decirle que fue ese el que encontraste —finalizó.

Edén saltó de la alegría interiormente, maldiciendo que no se le hubiese ocurrido antes a ella.

—¡Eres un genio! —Le sonrió enseñándole los dientes.

—Gracias, gracias, autógrafos a la salida —concluyó mientras hacía reverencias a su público invisible.

—No —dijo Edén triste cuando se percató de los problemas.

—Solo estaba siendo sarcástico.

—No, no me refiero a eso. Le dije las características que tenía el anillo.

—¿Características?

—Sí, le dije que tenía piedras verdes y que era plateado... —continuó ella reflexionando—. O bueno, quizá no, no estoy segura de qué le dije. Estaba entusiasmada por haber encontrado al dueño del anillo.

Derek pareció meditarlo durante unos segundos.

—¿Y si lo buscamos por el campus?

—Es enorme, ¿crees que vamos a dar con él?

—Podríamos intentarlo.

Edén negó con la cabeza.

—¿Y si compras uno similar?

—¿Dónde?

Derek rio.

—Yo puedo conseguírtelo.

—¿Acaso traficas en el mercado negro? —preguntó sarcástica con una sonrisa.

—¡Oh dios! He sido descubierto —dijo alterado—. Bob, aborta el plan, aborta la misión. —colocó su dedo índice en su oreja como si realmente tuviese un pinganillo puesto.

LOS DIURNOS: Durante las horas del díaWhere stories live. Discover now