PRÓLOGO

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El destino es definido como una fuerza sobrenatural inevitable que nos guía por el camino que lleva a un fin necesario, a veces fatal. O como el desarrollo de los acontecimientos que se considera irremediable y no se puede cambiar.

A lo largo de mi vida he escuchado cientos de frases de los labios de los humanos, pero ninguna tan impactante como: «Tú destino está en tus manos».

Cual fuere su significado, los humanos realmente creen que pueden modificarlo a su conveniencia y usarlo a su propio beneficio, hasta sentir un falso poder que los eleva a una posición de creadores. Una mortal deidad que puede elegir y tomar sus propias decisiones.

Incluso llegan a cometer el error de confundir esa falsa sensación con el libre albedrío.

Pero están equivocados... ¡Muy equivocados! Si lo sabré de primera mano.

El destino no se puede cambiar, y mucho menos engañar. Sería como cambiar el curso de un desafiante río solo con una mano. Si bien, solo algunos seres especiales pudieron burlarlo milagrosamente y consiguieron ese deseado libre albedrío.

Yo fui escogida por uno de ellos y, desde entonces, tengo la dirección de mi destino y de otros en mis manos.

Esta es mi historia con el hombre que me otorgó ese libre albedrío.

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Foto de Тамара Левченко.

El Recolector: Fuera de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora