CAPÍTULO 28

14 3 0
                                    

Descansé la cabeza sobre el regazo de Eliot y entrelacé mis dedos con su mano que descansaba en mi estómago. Cerré los ojos disfrutando el momento agradable; tanta felicidad era inconcebible.

Solo los volví a abrir un instante cuando sentí que su otra mano tomó un mechón de mi cabello que caía libre; lo enroscó entre sus dedos con delicadeza.

Nos contemplamos con admiración. De vez en tanto uno sonreía y el otro respondía igual.

No sé en qué estaba pensando él, pero yo en que no podía creer que este momento estuviera sucediendo al fin. Era tan increíble, como lo fue cuando me reveló que él era George Boleyn.

Era inaudito, pero, incluso hasta ahora, eso aún me resultaba imposible.

«Supongo que siempre seré escéptica respecto a eso», pensé.

Eliot cortó la conexión para mirar alrededor. La primavera estaba ansiosa por comenzar, ya estaba despertando a la naturaleza alrededor de la villa.

—Es increíble que el tiempo se haya detenido en este lugar —comentó con voz baja.

Volteé hacia donde él estaba mirando. Los techos de las casas lograban sobresalir un poco de la naturaleza. Por un momento me sentí en la época en que la villa se estableció.

—Creo que Camila ha tenido que ver un poco con eso.

Me liberé de su mano para sentarme junto a él.

—Puede ser. Todo es exactamente igual a como lo recuerdo —dijo—. Por supuesto, quitando esas luces que navegan entre las calles.

Reí sin querer, luego perdí la vista en la villa.

«No quisiera irme de aquí», confesé, lamentando que no pudiéramos quedarnos. Había un futuro del que no podía escapar.

—Podemos quedarnos hasta que sea el momento de tu asignación —me propuso Eliot como si estuviera respondiendo a mi pensamiento.

Volteé a verlo de inmediato. Estaba indignada porque rompió la promesa de no hurgar en mi mente otra vez.

—He podido escuchar algunos de tus pensamientos desde que me dejaste amarte por primera vez —confesó con una sonrisa pícara.

—Se llama hacer el amor, Eliot —aclaré aparentando seguridad, pero por dentro estaba temblando por la timidez. Eliot rio disimulado, creo que toqué su lado Tudor. Aunque, por lo que he visto en las series, no tenían nada de recatados. Seguí con falsa seriedad—. Te agradecería que no invadas mi cabeza.

—No lo he hecho. ¡Eres tú la que me habla de esa manera! —respondió soltándome para meter su mano por debajo de mi playera y acariciar mi estómago y un poco más abajo.

Haciendo a un lado su tentación, me sorprendí porque jamás he podido iniciar la conexión con Eliot. Él siempre era quien la iniciaba y terminaba.

—¡Oh!... Pero, aun así —dije más seria. Aunque bajé el rostro con pena, ahora sabía de mis asombros desde entonces; los cuales eran bastantes.

Eliot sabia satisfacer muy bien en la cama, casi con la perfección que podría alcanzar un actor porno.

Rio como si algo le causara mucha gracia.

—¿En serio no puedes creer que andas conmigo?... ¿Con George Boleyn? —preguntó con burla al final.

—Nunca he terminado de creer que seas él, que estás vivo, mucho menos que fueras mi Protector y ahora mi pareja.

Eliot hizo gestos extraños.

—¡Vamos, eres George Boleyn! ¡Estás en los libros de historia!

—Mi reputación me preside —susurró burlón.

—De seguro hubiera ido al psicólogo con solo pensar que te convertiste en la sexy muerte —comenté como si nada, y él sonrió sarcástico—. No soy la única incrédula con esto... Mmm, ¿nunca has puesto atención a la reacción de las personas cuando les respondo quién es mi Protector?

Eliot se mostró curioso, y algo confundido cuando me senté en su regazo a ahorcajadas para demostrarle cómo era. Me gusta mucho estar así, tan cerca de él.

—¡Rochford! —exclamé e imité el mismo gesto que siempre veía en las personas. No podían creer que estuvieran frente a alguien tan histórico.

Rio con gracia.

—Eres una celebridad. No puedes huir de eso.

—¿Y a ti te interesa que yo sea un Boleyn? —preguntó retirándome el cabello del hombro.

—Bueno... —Hice gestos de que sí, pero no le agradó eso—. ¡Estoy bromeando! —Me puse seria y agregué—. No puedo amar a Eliot Bingley, si no amo a George Boleyn también. Tu pasado influenció para ser la persona de quien me enamoré... Eliot, tienes que...

—Abrazar mi pasado —interrumpió como cantaleta—. ¡Lo sé!, y ya lo estoy haciendo. —Me mostró el anillo que estuvo encarcelado en esa caja por siglos.

—Solo espero que no regresen tus antiguos hábitos de ser un mujeriego —advertí con un tono bromista. Aunque también tenía una parte ligeramente seria.

Eliot rio por lo alto y me acercó más a él tocándome el trasero. Le gustó mucho mi cara de sorpresa al sentirlo un poco duro.

—¿Acaso me has conocido a alguien para que tengas el derecho de dudar? —Hice gestos de que recordara a Rory—. Bien sabes que Rory solo fue una pantalla, jamás he tenido algo con ella. Y si estás pensando en Jane Parker. —Sonreí porque precisamente estaba pensando en ella—, solo fue una esposa impuesta —Suspiró y agregó—: Puedo asegurarte de que has sido la única a la que le he sido totalmente fiel, sin siquiera saber que te quería.

Me agradó mucho escuchar eso, tanto que me sonrojé, y tuve que bajar el rostro para que no viera mi sonrisa complacida de oreja a oreja. Pero cuando la levanté un poco y lo vi con esa sonrisa coqueta tudoriana, me incliné para besarlo, solo que no me correspondió. La fuerza de la costumbre me obligó a aguardar por el regaño.

—¿Eliot? —llamé, pero no me respondió, solo me miró como si estuviera en pausa.

Estaba asustándome ya.

Reaccionó de pronto, y, en lugar de explicarme qué pasaba, me pidió que me quitara para poder ponerse de pie. Lo bueno es que me ayudó a pararme también.

—Es una asignación rápida. Tengo que irme —me explicó al fin, después me besó sin importarle que le estuviera robando segundos importantes.

—Siento como si estuviera saliendo con un superhéroe —comenté en burla, y Eliot se carcajeó.

—Espérame en la casa, nena. No tardaré con este —dijo en lo que empezaba a caminar.

—Bien.

Lo vi alejarse con paso apresurado. Como aun no quería ir a casa, me dejé caer a los pies del árbol y cerré los ojos para disfrutar un poco más del lugar. Era la mujer más feliz del universo.

Minutos después, empecé a dormitar. Traté de mantenerme despierta, pero era como si una droga estaba tomando el control de mí. El sonido de la naturaleza estaba siendo cambiado por un constante pitido que no era molesto, pero iba al ritmo de mi corazón.

Quizás era el inicio de un sueño. Por eso me rendí y dejé que me siguiera envolviendo poco a poco.

- - -

Photo by Leah Kelley on Pexels.

El Recolector: Fuera de la vidaWhere stories live. Discover now