9. JIMENA

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🎵Since U Been Gone- Kelly Clarkson🎵

El lunes a las seis menos tres minutos de la tarde, cuando papá le abre la puerta a Raisa para la sesión de prueba de clases particulares, la pobre está aterrorizada. Se le nota en la cara que no sabe dónde meterse. Me da hasta pena. Atraviesa el recibidor de la casa y va saludando a todo a quien se encuentra con la cabeza, abriendo la boca solo para dar las gracias. Y se encuentra a mucha gente. Mucha más de lo normal, quiero decir.

Al primero al que ve es a papá, que le da dos besos y le agradece que haya venido. Después, saluda a Alma, mi madrastra, que hace exactamente lo mismo. Detrás está Darío, que al igual que yo contiene las ganas de reírse ante el desconcierto de Raisa. Y, claro, después se encuentra también con Anna, la limpiadora, que ya se iba a su casa y que la saluda también y después, como si fuese el «boss final» de un videojuego, está Daniel, el chófer, ya que justo hoy ha decidido venir a casa junto a su mujer para presentarnos a su bebé recién nacido.

Ya podríamos haberla advertido.

Pero, claro, eso no habría tenido gracia.

—Si Darío fuese una persona con sentido del humor habría pensado que esto era una broma —es lo primero que me dice, cuando termina de saludar a todos y la acompaño hasta mi habitación.

—Perdón, ya es mala suerte. Te juro que no me acordaba de que hoy venía el chófer —me excuso, sentándome en mi cama.

—El chófer... —repite Raisa, poniendo los ojos en blanco.

—Venga, deja ya la hoz y el martillo, que has venido en calidad de profesora— bromeo.

Raisa sonríe, ahora sin rastro de susto en la mirada. Se gira sobre ella misma y observa mis estanterías repletas de libros, una decena de trofeos de equitación, deporte que ya no practico, mis postres de Ed Sheeran (juro que ya no soy fan) y mis fotos: una en Disneyland junto a mi padre, Alma y Darío; una con mi madre, una con mis tres amigas, dos a solas con Cata, una con el que ha sido mi caballo desde que tenía doce años y empecé a montar y una última con Óscar cuando era muy pequeño.

—No sé muy bien dónde nos podemos sentar, la verdad. Como no sea en el suelo... Si no podemos bajar al salón, que ahí sí que hay sitio... pero no creo que te apetezca bajar.

—Nada me apetecería menos, gracias —Raisa se rasca la nuca.

—Pues en el suelo entonces —digo, sentándome sobre la alfombra.

Raisa se sienta también. Hoy va vestida con unos pantalones cargo de color verde militar, unas Converse negras y una sudadera del mismo color. Yo sigo con el uniforme puesto.

—Necesito que me dejes tu libro para poder ver dónde estás y después ya me explicas tus dudas o repasamos lo que hayas dado en clase.

—Pues yo necesito aprobar el próximo examen sí o sí, podremos centrarnos en eso —le tiendo mi libro y mis cuadernos.

Voy a sentarme también en la alfombra cuando veo mi teléfono vibrando por una llamada y el nombre de mi madre en la pantalla.

—Espera un momento, tengo que cogerlo —suspiro.

No es que no me apetezca hablar con mi madre, pero siempre tiene la manía de llamar justo cuando estoy haciendo algo. Pero bueno, entiendo que llame. Teníamos intención de quedar para cenar ayer, domingo, y al final se le complicó la cosa en el trabajo.

—¡Hola mami! —la saludo—. No, no te preocupes, nos vemos en otro momento... Sí... todo bien... El primer día de clases fue genial, sí... ¡Voy a hacer de Julieta en la obra de final de curso, ¿te lo puedes creer?! No, no he ido a montar aún porque no tengo ninguna competición pronto. Nos vemos este fin de semana y te cuento... No... Sí... Papá está bien también... Es que ahora estoy con una profesora que me ayuda con las matemáticas... Paga papá... Sí... Te llamo después... Un beso.

Perdón por no ser Julieta  | Serie Cayetano #2Where stories live. Discover now