15. JIMENA

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🎵Apocalypse- Cigarettes After Sex🎵

No sé por qué esperaba algo diferente. No sé por qué esperaba que, yo qué sé, hubiesen roto... o algo... El lunes al final de la clase, cuando León vino a recoger a Cata en la puerta del instituto, yo no entendía nada. Supuse que aún no habían tenido tiempo de hablar y por eso estaban bien juntos. Pero hoy vuelve a suceder, vuelven a estar aquí, besándose y riéndose delante de mí, con los cuerpos unidos en la puerta del instituto, y la mano de él en la falda de ella.

—Me tengo que ir, chicas —se despide León dándole un último beso a Cata. Pero parece que no se despida solo de ella sino también de todo el corrillo de estudiantes que les observan.

—Qué envidia... —suspira Brianda.

Me entran ganas de sacudir a mi amiga y contarle toda la verdad. Pero, de todas formas, aun sin saber toda la verdad, ella ya vio cómo León la trataba. ¿De verdad sigue teniéndole tanta envidia? Yo, desde luego, estoy sufriendo, intentando ocultar mi cabreo.

Mencía debe haberlo percibido, aunque sea un poco, porque en clase de Historia deja caer una notita en mi mesa.

¿Todo bien? Hoy estás muy callada.

M.

En Historia, como en todas las asignaturas, yo me siento con Cata, que lee la notita que me ha escrito Mencía por encima de mi hombro y se toma la libertad de girarse hacia ella y hacer un gesto con los pulgares arriba.

—¿Qué te pasa? —pregunta, mirándome con el ceño fruncido.

—Lo sabes perfectamente —siseo arrugando la nota.

No llegan más notitas en el resto de la clase. Cata y yo no volvemos a dirigirnos la palabra y, de hecho, ella ni siquiera me mira. El timbre que marca el final de la clase suena poco después. Recojo mis pertenencias, que guardo en la mochila y cuando salgo al pasillo para dirigirme al aula siguiente, la pelirroja me agarra de la mano y me lleva hasta el cuarto de baño más cercano. Una vez estamos dentro, abre todos los cubículos para asegurarse de que no hay nadie dentro y cierra la puerta.

—¿Qué demonios estás haciendo? —pregunto, arrinconada contra la puerta del baño.

—Perdón —dice Cata, únicamente—. Siento no haberte contado nada de lo que hablé con León y haber fingido que todo seguía igual... es un tema un poco difícil...

¡Gracias! Joder, menos mal que podemos hablar las cosas.

—Ya —digo—. Ya imagino que es difícil y supongo que no es tan sencillo romper con alguien así como así...

—¿Romper? —pregunta Cata, sorprendida—. ¿Quién ha dicho nada de romper? No... hablé con León ayer sobre esto, conversamos mucho rato y... bueno, él no lo hizo bien. No lo hizo nada bien. Y no sirve de excusa, pero había bebido y todos hacemos cosas raras cuando bebemos, ¿no? Me ha pedido perdón y he elegido perdonarle.

Ha elegido perdonarle. Soy la persona más estúpida del mundo, la más ingenua. ¿Cuándo se me ocurrió pensar que ella me pondría por encima de su novio? ¿Cuándo se me ocurrió pensar que me creería? ¿Y por qué no pude contarle todo lo que pasó? Soy estúpida e ingenua, pero sobre todo soy una cobarde. Tendría que habérselo dicho. ¿Por qué no se lo dije todo?

—Pero... ¿me crees? —insisto.

En vez de responderme, mi amiga se agarra a mi espalda y me encierra en un fuerte abrazo. Me permito a mí misma relajarme, aceptar su cariño.

Poco a poco, sus brazos se deshacen y nos separamos.

—Por supuesto que te creo, Jimena —dice—. Pero también le creo a él... Me ha pedido perdón. Me ha dicho que lo que hizo fue por el alcohol y la tontería y que no volverá a suceder. También le creo a él, Jimena. León me quiere y yo le quiero a él. Llevamos dos años juntos... hemos pasado por mucho, los dos nos hemos esforzado y sería absurdo tirarlo todo por la borda solo por un error.

Perdón por no ser Julieta  | Serie Cayetano #2Where stories live. Discover now