14. CATA

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🎵Qué nos va a pasar- Reina Republicana🎵

Vuelvo a tener diez años y Jimena es la única persona a la que quiero ver en el mundo. Así me siento cuando aparece en casa. Papá y mamá llevan todo el fin de semana fuera y Encarna, tras haber preparado el desayuno, también tiene el día libre.

El caso es que llevo prácticamente toda la mañana sola, sentada en el sofá y mirando algún punto fijo de la pared frente a mí. No soy capaz de sentir... nada. Hasta que llega ella, con su cara de susto y de enfado.

—Ten —me tiende una caja—. En principio no deberías tener efectos secundarios, ni dolor ni nada. Quizás... yo qué sé, tienes cansancio general o mareos... así que hoy descansa.

Asiento, cogiendo la caja.

—¿Qué hago? Me la tomo con agua... ¿y ya?

—Sí. Venga, siéntate y te la traigo.

Obedezco y ella regresa con un vaso lleno. Al cogerlo, me doy cuenta de que me tiemblan las manos así que trato de respirar hondo y serenarme.

—¿Y si no funciona? ¿Y si ya estoy embarazada? —pregunto.

—Esto pierde efectividad con el paso de las horas, pero no hay nada de lo que preocuparse. No... no ha pasado tanto tiempo, ¿no? —me mira, pero yo no consigo recordar la hora exacta—. Luego... está el tema de las ETS, igual podrías ir a mirarlo...

—No voy a ir al médico, Jimena —niego con la cabeza—. Esto... eso sería exagerar mucho. Son... son cosas que pasan, ¿no? Un susto pequeño. Lección aprendida. Además, yo confío en León.

—Vale.

No puedo esperar más, así que me tomo la pastilla y después me bebo el vaso de agua entero.

—¿Ya está? —pregunto, mirando a Jimena, que aprieta mi mano con fuerza.

—Ya está —sonríe.

—Gracias.

—De nada. ¿Quieres que veamos una película? También puedo preparar palomitas.

Asiento, dejándome caer en el sofá y tapándome con una manta hasta el cuello.

Vemos Princesa por sorpresa y me río con la escena en la que Mía se cae por las gradas del instituto, cuando le hacen el cambio de imagen y me emociono con la escena del baile y el final. Y me siento un poco mejor porque estoy viendo mi película favorita, con mi mejor amiga, y todo lo demás parece que no importa.

***

¡Romeo! ¡Romeo! ¡Oh, si yo tuviera la voz del cazador de cetrería, para llamar halcones! Si yo pudiera hablar a gritos, se filtraría mi voz hasta la gruta de la ninfa Eco, y la ensordecería repitiendo el nombre de mi Romeo —dice Jimena, subida en una silla para simular que está en el balcón y leyendo el guion de Romeo y Julieta en el móvil.

Hace un rato nos hemos terminado las hamburguesas de un local vegano, y estamos otra vez en el sofá, cribando las mejores escenas de Romeo y Julieta para poder aportarlas mañana en clase.

¡Qué cautivante se escucha el tono de mi amada en la plácida noche, defensora de los amantes! Más dulce es que música en oído alerta —respondo yo.

—¡Romeo!

—¡Alma mía!

—Joder, qué larga es la escena del balcón —comenta Jimena, bajándose de la silla y viniéndose conmigo al sofá a robarme la manta que me tapa.

—Pero es la más bonita... y el ama de llaves de Julieta aparece un poco, ¿no? Esa sería Brianda. Habrá que pensar en ellas cuando escojamos las escenas...

—Pero aquí el ama habla muy poco...

—Con Mencía será más fácil porque si es Paris, Paris aparece mucho y también está la escena del final, cuando Romeo le mata, que es brutal —sigo hablando.

Entonces, Jimena, que está pegada a mi costado, se queda mirándome fijamente con esos ojos suyos, de un marrón de miles de tonalidades.

—Oye, Cat, ¿por qué me has llamado a mí y no a Brianda o a Mencía para que te consiguiera la pastilla?

Su pregunta me sorprende. ¿Esta chica es boba?

—A ver, tía, yo... a Brianda y a Mencía las quiero muchísimo. Muchísimo de verdad. Pero tú... tú eres la primera persona que se me viene a la cabeza siempre que necesito ayuda en algo. Eres Jimena. Llevas siendo mi Jimena desde que éramos pequeñas. Estaba claro que iba a llamarte a ti. Aunque no sé si tú sientes lo mismo...

En vez de responderme, mi amiga me da un abrazo empapándome entera de su aroma a coco. Descanso la cabeza en su hombro hasta que, poco a poco, nos despegamos la una de la otra.

—Claro que siento lo mismo —dice, rápidamente, y me doy cuenta de que tiene los ojos llorosos—. Te quería pedir perdón, Cata. Siento mucho haberte mentido y haberte dicho que me fui porque Jonathan tenía apendicitis. Lo siento.

—¿Qué pasa? —me río—. Jonathan te gusta, ¿o algo? Aunque te pega más Isaac. ¿Querías verlos y no sabías cómo decírmelo?

—No, no es eso.

—¿Me lo vas a contar? —inquiero.

—Me da miedo que te enfades —suspira ella, apartando sus ojos de los míos.

—No voy a enfadarme.

—Me prometes que no te enfadarás, ¿entonces?

—No, tía, joder —digo, medio en serio y medio en broma—. Yo no te lo prometo, que si luego haces algo grave y me quiero enfadar tendremos una movida... Pero te prometo que, si me enfado, el enfado no durará mucho.

Jimena sonríe de medio lado.

—Venga, compro —baja la mirada y se muerde el labio antes de seguir hablando—. Vale. Tú... ¿te acuerdas de que después de abrir los regalos subiste a tu habitación a ponerte el bikini? Las gemelas se fueron contigo y yo me quedé con León.

No me esperaba eso. El estómago se me constriñe antes de tiempo, preparándose para el golpe.

—Me acuerdo —digo.

—Estábamos en la piscina y él intentó besarme, yo le aparté, me asusté y me fui corriendo. Cata, siento muchísimo no habértelo contado antes.

Las palabras brotan de los labios de Jimena como agua de una fuente, sin detenerse y empapándome entera y calándome de frío.

No sé qué decir.

—Yo... —balbuceo.

—¿Me crees? —pregunta Jimena y puedo sentir su desesperación.

Frunzo el ceño. Claro que la creo. Es mi mejor amiga y ella nunca me mentiría. ¿Por qué iba a hacerlo? Aunque... ¿dónde nos deja eso a León y a mí? Me doy cuenta de que no he respondido.

—Claro que te creo —digo, con urgencia y ella me constriñe la mano con más fuerza, como si buscase otra reacción —.  No... no pasa nada, Jim. Yo... hablaré con León, ¿vale?

Mi amiga frunce el ceño antes de responder:

—Vale.

—Vale.

No hay más palabras ni más agua que sale de la fuente, pero yo sigo empapada y aturdida.

Jimena es mi mejor amiga y ella no ha hecho nada malo pero, entonces, ¿por qué me siento tan enfadada?

 Jimena es mi mejor amiga y ella no ha hecho nada malo pero, entonces, ¿por qué me siento tan enfadada?

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Perdón por no ser Julieta  | Serie Cayetano #2Where stories live. Discover now