20. JIMENA

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traitor- olivia rodrigo

Jonathan, junto a los padres de Pelayo, pasa cerca de una hora en el box. Asumimos que el chico está bien, por eso de que no escuchamos lloros ni gritos, pero en ningún momento salen a decirnos nada. Y sé, que en esa hora que Darío, Isaac, Raisa, Salva y yo pasamos quietos en la sala de espera, hay una única pregunta rondando su mente. ¡Y me alegro de no ser la protagonista!

Cuando Jonathan sale del box para a tomarse un café, responde a nuestras preguntas con un simple:

—Conozco a sus padres del curro. Son buena gente.

De verdad, a veces tengo la sensación de que este chico podría ver el mundo ardiendo a su alrededor y no se daría ni cuenta.

El caso es que por fin vemos a Pelayo, que ya está mucho menos hinchado y nos confirman que ha sido una reacción alérgica, probablemente al pepinillo (aunque necesitarán más pruebas para confirmar eso).

Como tienen que dejarle en observación y sus padres se quedarán con él, llega el momento de despedirnos. Salva y sus amigos se van juntos andando a sus casas mientras que Darío y yo cogemos un Uber.

—Menuda noche —murmura mi hermanastro cuando estamos los dos en las puertas de nuestras habitaciones, a las que hemos conseguido llegar sin despertar a nadie (¡bien!).

—Qué peligro tiene Pelayo, madre mía, no se le puede sacar de casa —río y él esboza una media sonrisa.

Me pregunto si estará pensando en la pregunta que he hecho en urgencias y ha desatado el caos, pero cuando me habla me doy cuenta de que está pensando en otra cosa.

—¿Como estás? —quiere saber.

—Estoy mejor... ya no me duele —respondo rápidamente—. Me voy a dormir ya, descansa.

Frunce el ceño y parece que va a decir algo, pero que al final cambia de opinión.

—Buenas noches —se despide.

Entro en mi habitación, cierro la puerta detrás de mí, saludo a mi perro y por fin puedo reconocer, al menos a mí misma, que no me siento mejor. Más bien todo lo contrario. Cuanto más tiempo pasa, peor me siento. Me meto en la ducha y el simple contacto del agua hace que todo el cuerpo me duela. Me seco, me pongo el pijama y evito el contacto en todos los espejos.

Mencía: Pelayo está bien?

Antes le he contado que habíamos acabado en urgencias, esta vez de verdad, así que le pongo el día con la situación. Imagino que mi amiga estará durmiendo porque, con la tontería, son casi las cinco de la mañana. Me tumbo en la cama y Óscar se estira y acurruca a mi lado.

Quiero irme a dormir, pero el corazón late demasiado fuerte en mi pecho y mi mente continúa vagando sin control. Cojo el móvil y busco ejercicios de respiraciones en internet. Sigo un tutorial, abrazo a Óscar y el malestar disminuye por unos momentos.

Tengo la vista fija en el techo mientras sigo respirando, haciendo una cuenta regresiva de cincuenta a cero que reinicio desde el momento en el que acabo. No sé cuánto tiempo pasa, pero mi móvil tiembla en una notificación y mi cuerpo tiembla con él.

Lo que abro no es WhatsApp, como habría esperado, sino Tiktok.

Y no sé qué esperaba, pero desde luego no a Cata vocalizando y entonando algunas partes de la canción traitor de Olivia Rodrigo.

And ain't it funny

How you said you were friends?

Now it sure as hell don't look like it

You betrayed me

And I know that you'll never feel sorry

For the way I hurt, yeah

Sigue con la misma ropa con la que ha venido a la fiesta: un vestido morado con los hombros al aire, el cabello pelirrojo recogido, los mechones escapándose y enmarcando su cara, los labios rojos...

En mitad del vídeo aparece la siguiente frase: "para qué tener enemigas cuando tu mejor amiga te apuñala por la espalda". 

Sé que cuando canta me está buscando y sus palabras se dirigen exclusivamente a mí. Aunque no hace falta que lo diga, pues estoy etiquetada en la publicación. 

***

Bastante generación z lo de lanzarse indirectas (muy directas) en tiktok...

Bastante generación z lo de lanzarse indirectas (muy directas) en tiktok

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