Emus Maximus

10.3K 724 102
                                    

-¿Escuchaste sobre la última hija de los Armstrong? ¿Becky?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-¿Escuchaste sobre la última hija de los Armstrong? ¿Becky?

-Jia, obviamente que lo escuché, ¿Crees que vivo en una cueva?

-Oh, Natty, siempre tan mala onda. Pero, enserio, esa Becky me trae fascinada.

-No eres la única.

-Digo, una linda y adorable omega, que además, es una cambiaformas, ¿No es la cosa más linda y especial que has escuchado?

-A ver si mueves tu culo de la máquina, pelirosa estúpida.

Ambas jóvenes miraron a la joven castaña, de piel morena y muy buen cuerpo.

Las dos chicas hicieron una mueca de confusión, no había sentido un mínimo olor de la presencia de esa chica.

Jia rodó los ojos, separándose de la máquina expendedora donde estaba apoyada, tomando la mano de Natty, las dos betas se fueron, caminando apresuradamente por el pasillo del edificio de la Universidad.

Freen por fin pudo pedir su gaseosa a la máquina, disfrutando el silencio que había provocado la ausencia de las dos chicas. 

En verdad, ella había escuchado acerca de ese caso tan especial llamado Becky Armstrong; siendo una joven omega, ya era bastante especial, pero no fue conocida hasta hace algunos días, cuando el mundo se enteró que la chica de diecisiete años era una cambiaformas; pasando de ser una muchacha enana a una loba blanca. 

Por muchos años se creía a los cambiaformas como un mito, algo propio de las películas de Hollywood.

Claro que Freen tenía tanto interés en ese tema como lo que le importaba hablarle bien a la estúpida de Jia. Un menos diez porciento, para ser más exactos.

Con su refresco en mano, volvió a la biblioteca, lugar donde se dedicaba a hacer las únicas dos cosas que hacía en la universidad: estudiar o dormir. Aunque siempre tuvo la costumbre de terminar haciendo la segunda cosa.

Dejando a sus pies la lata media vacía, se acostó en el sillón del fondo de la biblioteca.

La bibliotecaria era una joven alfa de poco más de dieciocho años que sabía de las siestas de Freen, pero no le molestaba en lo absoluto, por otro lado, despertaba a la chica solo cuando un profesor o el mismo director entraba para corroborar el buen uso  de la biblioteca; por esa razón, la castaña dormía con un libro entre las manos, así que cuando se despertara, solo fingiria leer.

-Buenas tardes- saludó Freen a la pelinegra tras el largo escritorio.

Ella podía considerar a la joven alfa como la persona que más apreciaba de toda su universidad, y la única que elegiría como amiga si tuviera algún interés en hacer una.

-Hola, Sarocha.

A pesar de que la chica sabía su nombre, Freen nunca se había molestado en fijarse el nombre de ella ni en la placa en su pecho o en la que descansaba sobre el escritorio.

DELTA || FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora