DELTA || Freenbecky

Vive tu vida

-Si ... No se ha levantado, no sé cuánto tiempo ha estado en el nido. No sé exactamente cuándo lo hizo.

Oaey abrió un poco la puerta para mirar hacia la cama, al cuerpo hecho un ovillo bajo las sábanas.

-Está dormida ahora, estuvo llorando un buen rato hasta que durmió.

Habían pasado las horas, era casi la medie tarde, Heng no había regresado y tampoco contestaba ninguna de las mínimas diez llamadas que le había dejado, ni había leído los mensajes. 

Escuchó al médico suspirar.

-¿Todavía no la marcaste, Oaey?

-No-dijo, bastante bajo.

-¿Qué esperas?

Oaey no quería hablar, no quería hacerlo. 

-No quiero marcarla sin que ella quiera- dijo la primera excusa que se le pasó por la mente.

-Si te refieres al tema del amor, Oaey, eso puede esperar, pero la vida es algo más importante, chica- habló el médico-. Ya tendrán tiempo para enamorarse, pero para eso Becky tiene que sobrevivir, debes hacer el lazo.

Oaey negó, por más que el doctor no la viera.

Sin querer decir nada, la joven alfa colgó, se giró a la puerta y la miró un momento antes de entrar al cuarto.

Se acercó a la cama, viendo el tranquilo vaivén de la respiración de la omega.

Oaey apoyó una mano en el hombro de la chica.

-Becky despierta, tengo algo importante para decirte.- Oaey movió un poco su cuerpo, pero la chica no reaccionó-. Becky... ¿Becky?

Corrió las sábanas que la cubrían, viendo lo tranquilo del rostro de la omega al dormir, y como sus labios se movian un poco con su respiración.

Oaey apoyó el dorso de su mano sobre la mejilla de la omega, estaba muy fría. 

Becky ya no tenía rubor en el rostro, al contrario, su piel casi parecía papel, con oscuras y moradas ojeras bajo sus ojos, además de que sus labios tenían un tono azulado.

El corazón de Oaey se aceleró por la preocupación, la chica se veía mucho peor que antes.

Subió a la cama, olvidándose en romper el nido, y como si Becky hubiera sentido eso comenzó a negar con la cabeza, y su expresión tranquila cambió a una desesperada, aunque no tenía fuerza para abrir los ojos, sus pestañas se aleteaban, apretaba los ojos y apenas abría una rendija para ver, aunque no pudo mirar bien a Oaey.

-Tranquila, Becky- Oaey la tomó por los lados, apretándola contra sí en un abrazo firme, aunque la omega se agitó para intentar liberarse.

-N-No ...- murmuró.

La mirada de Oaey fue hacia el cuello de la omega, viendo su lechosa piel, imaginando una marca en su lugar correcto.

Sin su consentimiento total, sus manos fueron hacia el cuello de Becky, la omega se sobresaltó, como si supiera lo que Oaey estaba pensando.

-No, no, no...- solicitó, apenas con un hilo de voz, sintió las lágrimas caer-. No serás mi alfa, mi lazo no es contigo, no...

Oaey se alejó para mirarla.

-Yo tampoco quiero, Becky- murmuró. 

-¿Entonces por qué mierda lo haces? - soltó, con sus ojos apenas abiertos. 

Oaey se detuvo, y por un segundo admiró a aquella omega con todo su ser, aun estaba tan débil y enferma, Becky mantuvo su postura, y estaba dispuesta a pelear incluso sin poder moverse.

-¿Sabes que estás muriendo, Becky? - dijo, casi en un susurro.

Becky se congeló un momento, su labio inferior comenzó a temblar, negó suavemente.

-No voy a morir- murmuró-, mi alfa no va a dejarme ...

-¿Tu alfa?

Becky asintió, las lágrimas caían, aun así, sonrió.

Oaey recordó las conversaciones con Heng.

-Tú alfa ... ¿Freen Sarocha?

Becky volvió a asentir.

-Estuviste con ella cuando te creíamos perdida, ¿Verdad?

Becky asintió de nuevo.

-Ella me cuidó- murmuró-. Y me prometió que estaríamos juntas, así que vete. 

Oaey suspiró.

-Becky, tú ... ¿Ves a Freen por aquí?

-Ella vendrá ...

-Estás muriendo, Becky, y yo puedo salvarte.

-No me estás salvando- Becky hablaba con seguridad, a pesar de sonar débil-. Me estás condenando a vivir.

Oaey no pudo decir nada.

-Te estás condenando a vivir también- agregó la omega-. ¿No puedes vivir por ti misma? ¿Al menos en una vida? Por qué no pruebas vivir tu vida, Oaey ...

La alfa no tenía palabras.

Los ojos de Becky se cerraron, dejó de forcejear y Oaey recargó su liviano cuerpo sobre ella.

La respiración de la omega estaba agitada, casi como si hubiera corrido varios kilómetros, se había agotado en esa discusión.

-Déjame dormir- murmuró la omega, en su pecho-. Y no hagas nada.

Oaey tardó un segundo en hacer caso a Becky, la dejó en la cama, cubriéndola con las sábanas y volviendo a acomodar torpemente el nido, salió del cuarto sintiéndose un poco mal.

Caminó por el pasillo, intentando borrar la idea de que Becky moriría por su culpa. 

Escuchó la puerta de la entrada abrirse, y frunció el ceño.

Escuchó pasos apresurados y al llegar a las escaleras vio a tres personas en su sala.

-¿Ja? - murmuró, sintiendo su corazón agitarse al ver a la rubia.

Los tres alzaron la vista hacia ella, pero un llanto los hizo mirar más allá.

Un sollozo como el de un animal, viniendo desde detrás de la última puerta del pasillo.

-¿Becky?

Un intenso olor a café la hizo voltear de nuevo, viendo a la única de los tres que no conocía, una chica castaña y pálida, subiendo las escaleras rápidamente.

Su fuerte olor y el bajo gruñido de la chica la hizo apartarse del camino, pegando su espalda a la pared.

Al pasar a su lado, ahora captando el olor a pino, pareció golpearla por su intensidad.

Vio a aquella alfa pálida entrar al cuarto de Becky, cerrando la puerta rápidamente.