Golden girl

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La muchacha castaña se miraba en su reflejo, con un suspiro, cambió su rostro cansado a una expresión encantadora

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La muchacha castaña se miraba en su reflejo, con un suspiro, cambió su rostro cansado a una expresión encantadora.

Se suponía que le presentarían a Rebecca Armstrong, la omega del momento, ya que, contra todo pronóstico, luego de décadas sin que algo así ocurriera, la chica era una cambiaformas, cosa que llamó la atención de todo el mundo.

La familia de la omega buscaba al mejor alfa para su hija, del linaje más puro posible, con la esperanza que, al tener hijos, estos nacieran con los mejores genes, incluido el propio don de transformarse en un adorable lobito a voluntad, tal como esa chica Armstrong podía hacer.

Y ella era una de las candidatas principales, familia de magnates, heredera de una fortuna, hija única y perfecta, apodada la Golden girl por todas sus cualidades.

Pero a Oaey le importaba tres pepinos qué tan fabulosa pintaran a ese omega.

Porque esa desconocida no era quien ella quería para su compromiso.

Aún, con esfuerzo, se arregló con ropa elegante, se acomodó el pelo hasta quedar perfecto, y se colocó una sonrisa rompecorazones en el rostro.

Luego de una última mirada en el espejo, se volteó para salir de su amplio dormitorio.

Su sonrisa no duró mucho al ver a la chica rubia, parada en el umbral de la puerta, la beta la miraba con súplica.

Había discutido con Ja en cuanto se enteró que le presentarían a una omega, exigiendo que se revelara contra sus padres, ya que ella no quería ese arreglo.

Ya lo habian discutido muchas veces. Debido a que ambas tenian que mantener su relación en secreto.

La familia de Oaey no dejaría que su linaje se perdiera si la última descendiente elegía a una beta; su familia no funcionaba así, ellos eran alfas y omegas, no había lugar para algo como Ja.

Para el mundo, ellas eran amigas; pero a solas, ellas eran su propio mundo.

Y por esa razón el corazón de Oaey se destrozaba cada vez un poco más.

No habian hablado desde hacía unos cuantos días, cuando la señora Liu había aparecido en la casa de su hija para darle la noticia de su compromiso.

Pero cada vez que se cruzaban, Ja tenía esa misma expresión de "Por favor, no lo hagas" en el rostro.

Oaey suspiró, se acercó a Ja con paso tranquilo, hasta quedar a unos centímetros del rostro de la rubia.

-Por favor, no sigamos así- pidió la castaña, mirando a los ojos de la rubia, aunque esta tuviera la vista en el suelo.

-Bebe, mírame- exigió, pero no tuvo respuesta.

Apretando los dientes con fuerza, siendo sus caninos ser apretados, su voz salió de lo más profundo de su pecho - Jaja, mírame.

DELTA || FreenbeckyWhere stories live. Discover now