¿Becky?

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Freen entró a su departamento, haciendo silencio al notar que no había ninguna luz encendida y que no se escuchaba ningún ruido

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Freen entró a su departamento, haciendo silencio al notar que no había ninguna luz encendida y que no se escuchaba ningún ruido.

Miró hacia la cocina para encontrar todo tal como lo había dejado, en la mesa del comedor no había rastro de que alguien la hubiera utilizado.

El lugar estaba tranquilo, demasiado.

-¿Becky? - llamó la castaña, en su pecho, la idea de que se la hallan llevado, de que la hallan buscado, creció y se convirtió en miedo.

Arrojó el bolso de la universidad al suelo, lanzando las llaves a la mesa, mientras un 'No' murmurando se repetía en sus labios.

Entró a su cuarto, para, de nuevo encontrar todo tal como lo había dejado, al menos los primeros segundos, hasta notar las sábanas desordenadas y un bulto que se escondía bajo estas.

-Becky...- se acercó a paso acelerado a la cama, levantando las sábanas con brusquedad.

El olor a tristeza y melancolía, que tapaba el olor propio de la chica, la golpeó como si fuera una cachetada.

La omega se irguió en la cama para intentar tomar las sábanas, pero Freen las arrojó al suelo al ver lo que quería.

-¡Becky! Qué..? ¿Has hecho un nido?

La omega no contestó, sin siquiera mirarla, se volvió a girar para volver abrazar la almohada, dándole la espalda mientras escondía el rostro en la misma.

-Becky yo...

Freen esperaba que la otra dijera algo, no sabía cómo reaccionar.

Dentro de su pecho, su loba estaba preocupada.

De nuevo, se dió cuenta de cómo Becky podía hacer volver su subconsciente animal.

Ella no sabía cómo actuar, y su loba interior le pedía tomar el control.

Decidiendo hacer a su loba, por primera vez en mucho tiempo, tomó a Becky por la cintura, alzándola un poco a tiempo que esta soltaba la almohada para forcejear con ella para que la liberara.

Freen se sentó en la cama, haciendo que Becky se acomodara sobre sus piernas. Quedando frente a frente, Freen acomodó a la omega para que esta apoyara el rostro en su pecho, y ella llevara los labios entre el cuello y el hombro de la menor, en el lugar donde, algún día, habría una marca.

Aún con el collar entre medio, el gesto logró calmar a Becky, era un punto bastante sensible para los omegas, donde se conectaba más, de una forma física, a su loba interior.

Y Freen lo había aprendido con el libro de cómo tratar omegas que creía casi inútil.

A pesar de que tenía lo que quería, Becky no quería disfrutarlo, no quería conformarse con la idea de que eso era sólo momentáneo, y que dentro de un rato, Freen volvería a ser la idiota que la había lastimado horas antes.

DELTA || FreenbeckyWhere stories live. Discover now