Capítulo 24

589 76 58
                                    

En cuanto Eli se va, Abigail parece crecerse todavía más

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

En cuanto Eli se va, Abigail parece crecerse todavía más. Llevo días ignorando sus llamadas y mensajes con la esperanza de que se olvidara de mí de una vez, pero no parece pillar las indirectas y ha decidido estropear mi cena con Eli. No la había visto desde el día en que rompí con ella y, al contrario de lo que esperaba, tenerla frente a mí no me provoca nada. No siento absolutamente nada

—¿Qué quieres? —le pregunto—. Y que sea rápido, por favor.

Ni siquiera sé por qué me molesto en ser educado. Puedo sacarla a rastras y cerrarle la puerta en las narices, pero Eli ha insistido en que hablemos y tal vez eso sea bueno, tal vez pueda poner punto y final a esto de una vez por todas y que por lo menos deje de existir ese rencor en el fondo de mi corazón.

Pero está claro que Abigail no piensa lo mismo que yo, porque hace una mueca y mira hacia el estanque de Pez y Sakana, como si le molestara que siguieran ahí.

—Y yo que pensaba que te habías deshecho de esos peces ya... —murmura casi para sí misma.

Tomo una bocanada de aire, intentando hacer acopio de una paciencia que, a estas alturas, claramente no tengo.

—¿A qué has venido?

—Como ves, he tenido que venir porque mi prometido no me coge el teléfono. Eres un maleducado, ¿lo sabías? Pero lo entiendo, aún sigues enfadado por lo que pasó.

Enfadado es quedarse corto. Vivo con el puñetero miedo constante de que Elisabeth me haga exactamente lo mismo. Y, pese a que sé que ella no es Abigail, que las dos son personas completamente opuestas, hay algo en mi interior, una parte increíblemente irracional, que siempre me susurra que no soy suficiente para Elisabeth. Ni para ella, ni para nadie. Que no soy más que un crío intentando jugar a ser adulto. Y saber que todo esto me lo ha provocado una sola persona, que sus constantes ataques me destrozaron de ese modo, me destroza aún más.

—Prometido —repito, y la palabra es como ácido en mi boca, me corroe por dentro—. En presente.

—Por supuesto. Creo que ya va siendo hora de perdonarte. Quiero decir, estás haciendo un esfuerzo enorme por convertirte en un hombre, por fin, y me acabas de demostrar que me necesitas a tu lado. Ahora me doy cuenta de a lo que te he arrastrado por marcharme, qué horror.

—¿Qué?

—Me refiero a esa chica. Pobrecillo, ya hay que tener estómago —señala, haciendo una mueca de disgusto—. Pero ya he vuelto, así que ya puedes dejar de fingir que te gusta esa... en fin, ya sabes a lo que me refiero. Podemos volver justo al punto donde lo dejamos.

Cuando intenta dar un paso hacia mí, retrocedo porque soy absolutamente consciente de que no sé de lo que puedo ser capaz en este mismo momento al oírla hablar así de Eli.

—Escúchame bien, Abigail, porque esto solo te lo voy a decir una sola vez: Vuelve a hablar de ella así y te arrepentirás. Esa mujer que confía tanto en mí que acaba de salir de mi casa solo para que pueda hablar contigo es lo mejor que me ha pasado en toda mi vida. Es preciosa por fuera y por dentro de un modo en que tú no lo serás jamás porque créeme, Abigail, te conozco lo suficiente como para saber que tú no le llegas ni a la suela de los zapatos.

CatfishWhere stories live. Discover now