Capítulo XIX: Cuando la confianza se pierde

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Irrumpir en lo de Silverfinger fue más fácil de lo que había esperado, quizás era debido a que Allison les había ayudado. Nunca había visto esta faceta de ella, pero al parecer tenía un poco de alma de criminal.

La vio sonreír mientras forzaba la entrada, y luego hacia que todos entraran al interior. Se pregunto si algún día podría dejar de amar esa sonrisa, o si algún día podría dejar de amar a su portadora.

Entraron al interior de la mansión, mientras las sombras desdibujaban el ambiente, dándole una irrealidad y aire etéreo casi palpable.

—Por aquí está la oficina —dijo Lydia mientras les indicaba con la cabeza un lado del pasillo.

Ambos le siguieron detrás, mirando alrededor, en busca de cualquier amenaza. El silencio reinaba en el lugar, Scott podía percibir a algunos guardias apostados en la entrada, claramente protegiendo el lugar.

Lydia empujó las pesadas puertas, y los tres se dispersaron viendo la escena.

La sala estaba marcada con cintas amarillas, habían dibujado la figura de lo que sería Katashi en el suelo, y la sangre seca manchaba la madera.

Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo mientras miraba el lugar, hacia frio, recién se había percatado de ese hecho.

Miro a las dos chicas, quienes observaban con suma atención la escena, ellas no parecían así. Quizás solo fuera él. Debido a que no estaba tan acostumbrado a la muerte como se creía.

—¿Qué estamos buscando exactamente? —Preguntó Allison, rompiendo el silencio.

Su mano se deslizaba por los libros de la biblioteca, mientras intercambiaba una mirada de él a Lydia.

—Pistas —le contestó ella—, cualquier cosa que haya podido dejar que indique quien le asesino.

—¿Cómo estás segura de que dejo algo? —pregunto Scott, sintiendo la necesidad de hacerlo.

—No lo estoy —Lydia negó—, pero tendría sentido. Si estuviera por morir, dejaría una forma de ayudar al resto a encontrar al culpable. Haría que mi muerte valiera algo.

Era una respuesta lógica, pero algo en Scott sintió un leve cosquillear. Quizás estaba siendo paranoico, pero podía jurar que el corazón de Lydia se había acelerado al decir eso.

Una mentira.

Debía de ser una mentira, pero, ¿por qué la diría?

—¿Qué están haciendo aquí? —los tres chicos se voltearon al instante hacia la entrada.

Allison tenía enseguida en sus manos una pistola, que Scott no había visto que había traído.

Lydia tenía en su mano una especie de estatua que había tomado del escritorio de Katashi.

Parrish alzó su pistola apuntándoles a todos, hasta que se dio cuenta de quienes eran, y la bajó lentamente.

—Repito, ¿Qué están haciendo aquí?

Los tres chicos intercambiaron miradas, mientras que Allison aun sostenía la pistola en el aire, apuntando directamente a la frente de Parrish.

—Es una historia interesante —Lydia habló—, estamos... intentando descubrir alguna pista.

—Creemos que Katashi pudo habernos dejado un mensaje —Scott cortó lo que la chica iba a decir, lo cual seguramente sería una mentira, decidido a confesar la verdad.

Parrish tardó un momento, pero asintió.

—¿Le pueden decir a su amiga que baje su arma? —les dijo Parrish amablemente—, creo que todos podemos llegar a un acuerdo aquí.

Despierta | Teen Wolf #5|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora