Capítulo III

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Había heridas que dolían mucho más que aquella. "Es solo un rasguño", se dijo. El mareo se había intensificado en el último tramo hasta el hotel. Fue Trevor quién lo ayudó a entrar al hall; los demás cargaban a Logan, que no había salido tan bien parado como él. Las cosas no deberían haber salido así. Aunque, poniendo la otra mejilla, se habían deshecho del ruso, que era el verdadero peligro. El latino y el ególatra de Big Will eran un punto fácil.

-Señores, por favor, no pueden entrar en el hotel en estas condicio-...

Los guardias que custodiaban el prestigioso edificio intentaron impedirles el paso. No era una buena idea; Hell estaba de un humor pésimo como para ponerse a explicar quién era y por qué no debían meterse en sus cosas. Pagaba un pastón por la jodida suite, que dejasen de tocarle los cojones.

Karl fue más rápido y dirigió una sola frase, amable pero efectiva. Les dejaron pasar.

-Esos cabrones son unos hijos de puta – soltó Hell apoyado contra la pared del ascensor -. Voy a colgar sus cabezas por toda la Avenida,lo juro. Ey, despertad a Logan, que no se duerma. ¿Me oyes, hermano? ¡Despierta!

Logan había perdido mucha sangre. Le habían alcanzado tres tiros, dos en la pierna izquierda y uno en el brazo. Hell había tenido algo más de suerte y la bala había salido por su hombro. Era algo molesto, pues todas las heridas provocadas por armas de fuego acababan en sus hombros. La clavícula derecha se la había destrozado varias veces y le dolía con los cambios de temperatura. En la parte izquierda le advirtieron de que podría perder la movilidad del brazo si seguía haciendo tonterías como aquella. Muy inteligente, Hell.

El grupo se había instalado en la última planta, donde había cuatro suites. Los chicos se llevaron a Logan donde se encontraban Lindsey y Mackenzie. Lindsey iba a ponerse histérica. Hell no quiso ni entrara la habitación y prefirió ir a buscar a Kiara. Quería que lo curara ella, porque las heridas dolían un poco menos si ella las tocaba.

La puerta estaba abierta. Entró trastabilleando mientras el pánico lo atizaba. Sólo sentía un hormigueo desde el hombro hasta los dedos de la mano. ¿Y si era cierto que podía perder la movilidad del brazo? Precisamente el hombro, joder, el hombro.

-Preciosa, creo que la he cagado... - dijo llegando hasta la zona del dormitorio.

Se calló de repente. Kiara estaba tumbada en la cama, con una copa en la mano. Dormía profundamente con la radio puesta de fondo. Sonaba "Locked away" casi de forma imperceptible. Llevaba el ajustado vestido negro en el que se había enfundado para salir a bailar con Lindsey y Mackenzie y los tacones que tanto odiaba. Los odiaba. Se los ponía. A Hell le gustaban.

El móvil de Kiara estaba encima de la cama. Había recibido un nuevo whatsapp. Le pareció leer un nombre pero estaba tan mareado que lo descartó sin pensárselo. Sin embargo, la tentación pudo con él. Lo desbloqueó a la primera. Puede que hubiese quemado sus neuronas a base de noches tormentosas, pero seguía teniendo más astucia que la mayoría. No había leído mal. Era León. ¿Cómo había conseguido León el teléfono de Kiara? No, eso no era lo peor. Un sudor frío descendió por su espalda, no sabía si a causa de la herida que había dejado de sangrar o por lo que estaba pensando. ¿Desde cuándo habían mantenido Kiara y su hermano el contacto?

Comprobó, con alivio, que se comunicaban tras su regreso a Estados Unidos. León debió averiguar muy pronto todo lo concerniente a Kiara,principalmente porque los Wolf ya lo sabrían. No le gustaba nada el rumbo que estaba tomando la situación. No quería a León cerca de su mujer.

Se acercó a ella omitiendo el dolor y las náuseas y la contempló durante un rato, muy quieto. Tenía la boca entreabierta y un leve rubor en las mejillas. Sentía la tentación de hacer algo. No sabía exactamente el qué, si quería besarla, quitarle las bragas o seguir mirándola. Alzó la mano, dubitativo, y la acarició.

Heroína (Saga Adrenalina III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora