Capítulo XX

6.3K 512 26
                                    



Los meses posteriores al secuestro de Kiara, bien podrían haber sido definidos por Hell como un verdadero infierno. Hell Capobianco se había enfrentado a muchas situaciones en su vida, conflictos totalmente traumáticos que habrían zarandeado el suelo de cualquiera. Él, sin embargo, había mantenido firme el suelo que pisaba. Había sido un niño malcriado demasiado inteligente que había acabado desarrollando una coraza protectora contra todo lo que intentara desestabilizarlo.

Ese momento no había llegado aún. Había sobrevivido a su hermano desnucado en la piscina, a las palizas en el colegio, al desprecio y el murmullo constante de la gente lícita, a los intentos de asesinato, a la droga, las armas, el alcohol, las fiestas, el glamour, el sexo, la traición, la soledad y la pérdida.

Cada golpe había sido soportado con elegancia. Hell siempre había sabido el precio que debía pagar por la vida que llevaba. Lo aceptaba. Lo que nunca podría aceptar era que Kiara fuese infeliz.

Pasaba largas horas encerrada en el estudio, dibujando y con la música alta. Escuchaba mucha música para piano, sobretodo Yiruma. Comía en la terraza, con los cascos puestos y el bloc de dibujo a un lado.Cuando se acostaba, le daba la espalda y se separaba de él todo lo que podía. Hell tampoco hacía nada para que esa distancia se acortase. Las escasas ocasiones en las que había intentado hablar con ella para preguntarle a dónde iba, le había contestado con una frase seca y cortante. Kiara, varias veces a la semana, salía de casa por la ventana en mitad de la noche. Bajaba por la enredadera con un bonito vestido y el impregnante olor de su perfume. Hell la veía pero ya no preguntaba. Tal vez no le gustaría saberlo. Estaba preocupado y mataba la ansiedad con Boxeo Rojo.

Los Capobianco exiliados, por contra, parecían más unidos que nunca.Cenaban juntos todas las noches y mantenían largas conversaciones sin tocar temas que pudiesen hacer saltar el conflicto. Esto era, por supuesto, una hermosa tapadera. Hell quería deshacerse de su tío Jack en cuánto pudiera, pero tenía que pensar una buena forma de cargárselo. Un tiro en la cabeza no bastaría.

-¿Me estás escuchando?

Hell levantó los ojos del plato y miró a su hermana. Sky estaba embarazada de cuatro meses. Había engordado bastante y su carácter dictatorial no hacía más que pronunciarse. "No le demos disgustosa Shana, por favor", le había dicho su madre. No dar disgustos, supuso Hell, debía ser darle la razón en todo y consentirle los caprichos que quisiera, como había hecho DD en vida. Hell, por suerte, podía permitirse hacer ambas cosas.

-No tengo problema en traer a tu marido aquí, solo dame un par de días – contestó.

-Eso dijiste hace un mes.

Jack Golding, en la otra punta de la mesa, escondió una sonrisa tras la servilleta. Intercambiaron una mirada. Tears, que le daba de comer a DD Junior pareció prestar atención por primera vez en mucho tiempo a algo que no fuera su hijo.

-Blue tenía los negocios de Nick, ¿no? Entonces me viene bien que vuelva. Necesito que alguien me eche un cable.

-Por supuesto que necesitas gente de confianza. No puedes controlarlo todo tú solo – intervino Babe.

-Poder, puedo. Otra cosa es que quiera – Hell sonrió.

En aquel momento entendió lo que querían decir. "Necesitas gente porque a nosotros tienes que buscarnos otro sitio". Aquellos tres meses de convivencia habían sido agradables. Volvían a estar todos juntos. No obstante, no podía extenderse por mucho más tiempo. Hell había perdido por completo el control de la relación con Kiara, pero no podía dejar que su familia se marchase a otra casa. En los últimos meses sus enemigos se habían multiplicado como los peces.No se arriesgaría a que una nueva desgracia ocurriese.

Heroína (Saga Adrenalina III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora