EPÍLOGO

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Ya pasaron tres meses de aquella noche en la que Gisela y yo rescatamos a Carlos de esa bruja malvada.  Hablando con él, le pregunté sobre el lugar de dónde lo rescaté. Me contó que ése era el lugar donde había escondido el cuerpo de la chica que murió la noche que se transformó por primera vez.

Yo no sabía bien por qué ese lugar tenía semejante efecto en él, tal vez algo dentro de él sentía culpa por lo que el lobo había hecho, tal vez el lobo mismo; pero supuse que seguramente el cuerpo de  Verónica Suárez necesitaba ser enterrado como correspondía, así al fin  ella podría estar en paz. Así Carlos podría estar en paz.

Carlos tenía miedo de volver allí, pero lo convencí de que todo estaría bien y que nos encargamos de que las autoridades encontrasen el cuerpo y que ella recibiera la ceremonia correspondiente sin que él tuviera que dar la cara.

No fue fácil, pero lo hicimos. Carlos dejó de tener pesadillas desde entonces, y ha aprendido a lidiar mejor con su lobo interno. Yo creo que le ha perdido el miedo;  tal vez no del todo, pero en gran parte.

Nuestra relación ha seguido creciendo cada vez más y más, haciéndose más fuerte... Ya no le tememos más al encuentro de nuestras mentes y nuestras almas, sino que lo buscamos cada vez que estamos juntos en la intimidad.  

No hay límites para lo que dos almas gemelas pueden hacer juntas. Y nada ninadie podrá separarnos. Nunca.  

Mi Luna CarmesíWhere stories live. Discover now