Capítulo 22

181 26 5
                                    

RONRONEOS MATUTINOS


Lorenzo abrió los ojos y observó a Verónica acostada a su lado, tenía los ojos cerrados y el rostro relajado, tenía una tenue sonrisa marcada en el rostro y la espalda descubierta. El joven se acerco a ella y besó su frente con delicadeza para no despertarla, y con cuidado se levantó de la cama, la arropó y salió del cuarto dejándola allí. 

"¿Qué tal la noche?" preguntó Kamus que estaba sobre la mesa esperándolo sin dejar de mover la cola de un lado a otro, parecía impaciente. "¿Qué te he dicho sobre la mesa?" preguntó con el ceño fruncido el joven. El gato rodó los ojos hacia arriba e hizo caso omiso al llamado de atención y continuó impaciente sobre la mesa. Se levantó y caminó para acercarse a Lorenzo que había entrado a la cocina para preparar el desayuno. 

"Supongo que te fue bastante bien" continuó el felino. "Noté ciertos alaridos dedicados a tu deidad. Algo usual en esos vídeos que pretendes no ver durante esas noches en solitario" dijo y escuchó como una cacerola se caía al suelo. Lorenzo se había avergonzado de haber escuchado eso de su gato. "Pensé qué...." contestó el muchacho. "A veces tener estas orejas puede resultar muy desagradable" contestó Kamus con gracia. "¿Y bien?".

"Fue una linda noche" contestó finalmente Lorenzo. "Creo que ya tenemos algo aquí" intervino el gato negro. "¿Tenemos?" preguntó Lorenzo con curiosidad. "Sí, tenemos. Somos una familia ¿o no?". Lorenzo sonrió sin que el animal se diera cuenta. 

Kamus bajó de la mesa y fue hasta la cocina donde se encontraba Lorenzo. 

"¿Ya no te preocupa estar loco?" quiso saber el felino. 

"No, la verdad es que lo mejor que me ha pasado en la vida es que podamos hablar. Y no importa si eso es un síntoma de que perdí la razón" reflexionó el joven. 

Kamus se se dio medía vuelta y antes de salir satisfecho de la cocina dijo:

"Y más vale que aprendas a cocinar más que huevos fritos si quieres que ella se quede aquí para siempre". 

"Para siempre" pensó Lorenzo y se le hizo una palabra tan definitiva, tan radical, y tan imperfecta. Las relaciones no eran una condena. Había comprendido a lo largo de este tiempo que todo era una cuestión de transición que las cosas a veces se van, y a veces regresan. Y que esa es la naturaleza más sana que podía haber en las personas.

"No, para siempre no va a quedarse. Pero mientras siga aquí seremos felices ¿o no?" preguntó al gato que había salido de la cocina y no escuchó respuesta hasta después de unos minutos.

"Sí, hoy es un buen momento para ser feliz" escuchó decirle a Kamus al fondo. 

El Gato de Mi ExDonde viven las historias. Descúbrelo ahora