7. Cómo vivir un capítulo de la Rosa de Guadalupe y no morir en el intento.

44.5K 4K 1K
                                    


No, no, no

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

No, no, no. La había cagado una vez más. Bienvenidos al show de Lizzie la tarada, usted recibirá una nude en cualquier momento gratis con su suscripción. Miré la pantalla del chat de mi oficina sin saber que decir, temblando por completo incapaz de hacer algo coherente y en vez de hacerlo, dejé caer el teléfono al piso. Mi grito seguramente se escuchó hasta México. El teléfono rebotó en la alfombra y me miró con la pantalla rota, recordándome que tonta puedo llegar a ser cuando me lo propongo.

—No, por favor dime que no has muerto.

Me tiré al suelo para agarrarlo y comprobé que estaba vivo, con la pantalla rota en su herida de guerra, pero vivo y al instante fui al chat. Los dedos me temblaban como una loca, pero finalmente pude eliminar el mensaje para todos. Mi corazón latía enloquecido, muerto de miedo por lo que acaba de suceder y sin saber si iba a poder volver al trabajo luego de eso. No quería hablar con Marcus, mucho menos con mi supervisora y estaba tan asustada que solamente se me ocurrió tratar de hablar con Laura. Sin embargo, no me respondió la llamada.

Cualquier persona se hubiera quedado en su casa, pensando en lo mal que había actuado y analizando que el lunes resolvería ese problema. Bueno, no soy cualquier persona. Tomé mis cosas y salí a la calle desesperada sabiendo que Laura vivía cerca de mi casa. No pensaba, simplemente me movía en base a impulsos y era lo que siempre había hecho y no tenía vergüenza en ningún momento de aceptarlo.

El solo pensar que mi supervisora, el contador o quien sea me había visto desnuda me quitaba la cabeza por completo. Caminé y caminé hasta que finalmente me encontré con la casa de Laura, a quien llamaba constantemente para tratar de avisarle que iba a su casa, pero sin recibir respuesta. Toqué el timbre mil veces y nada conseguí hasta que una buena señora me dejó pasar al departamento. Ahí, en un pasillo llenísimo de apartamentos, golpeé con fuerza el número de la casa de Laura, ese en el que había hecho una fiesta.

Escuché voces que no reconocí y cuando Laura apareció, me llevé una gran sorpresa.

—¿Qué haces aquí, Lizzie? —me preguntó la rubia arreglándose de la ropa y el cabello para tratar de arreglar el desastre que llevaba. Yo la miré boca abierta a ella y luego al chico sexy que tenía en su sillón. Era uno de esos tipos que uno cruzaba la calle con tal de no ir en la misma vereda que él, pero de esos que te quitan las bragas con miradas. Cara de malo, cabello muy corto y ojos de cuervo, o algo así creí yo en ese momento. Me miró con curiosidad mientras que yo lo observaba algo estupefacta y luego a los mil tatuajes que tenía hasta en su garganta. Fruncí el ceño hasta recordar algo.

—Ese no es tu novio —respondió al recordar que Laura, la chica perfecta de la editorial, tenía un novio rico, guapo y perfecto que todas envidiamos. Me quedé dura al darme cuenta que estaba engañando a su novio. ¿Y cómo me di cuenta de eso? Pues el chico no llevaba camisa y eso para mi significaba que estaban por hacer el delicioso. Además hacía como diez grados y no me imaginaba al chico teniendo calor.

La lista del jefe [Editorial Scott #1]Where stories live. Discover now