19. Cómo enfrentar la situación y no morir en el intento.

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A veces nos preocupamos en amar y no en amarnos

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A veces nos preocupamos en amar y no en amarnos. A veces nos preocupamos más en los otros y nos olvidamos de nosotros. A veces los sueños se cumplen y otras veces debido a eso se cierran puertas que no podemos volver a abrir. Así me sentía yo en ese momento y no podía hacer nada para remediarlo.

Marcus me había enviado ese email buscando una solución a nuestro problema y por momentos quise entender que nos había pasado y porque habíamos fallado de ese modo tan grande. ¿Que había estado mal? ¿Quíen había fallado?

Ni siquiera llevábamos un mes juntos y separarnos se sentía como si me faltara una parte de mi cuerpo. Sentía más frío, más angustia y de repente pensaba en él a cada momento que estaba sola.

Salí de la editorial con un contrato editorial, un boleto de avión y los sueños que siempre había querido en las manos. Tenía que estar feliz, tenía que llorar de alegría por haber conseguido tanto con una sola novela. Ellos habían visto algo que nadie más que Marcus había visto y me costaba creer que alguien más veía mis cualidades. Habían leído las novelas, no solamente Suni y me comentaban cuantos mensajes podía dar solamente publicando. Me hablaron de charlas, de un movimiento con mi nombre y el de mi libro. Podía ser alguien, podía ser una voz entre tantas personas que no encontraban la suya. Me sentía confundida en cierta medida, porque finalmente era alguien y al mismo tiempo perdía a la persona que me había ayudado a serlo.

Decidí caminar hasta mi casa a pesar de la distancia y no me importó el frío que me comía la piel cada vez que una ventisca me abrasaba. Estaba distraída, nadie notaba que en mi había una guerra interna y todos parecían seguir sus vidas como si nada. La ciudad nunca había estado tan oscura y por momentos sentí que podía ver los lugares en donde había estado con Marcus. Eran pocos, pero para mi eran millones. Miré a las luces del semáforo cambiando frente a mis ojos antes de pasar y como una tonta les pregunté si iba a estar bien. Ellas me respondieron que no lo sabían.

Vi la figura de mi ex jefe en la puerta de mi casa incluso antes de llegar y suspiré, porque sabía que eso significaba dar explicaciones que no sabía si quería dar en ese momento. Suspiré de todos modos, porque entendía que él quería intentarlo y yo no podía negarle eso

—Me estoy congelando el culo —dijo, citandose a sí mismo la última vez que nos habíamos encontrado en esa situación—. Pensé que ibas a estar en tu casa.

—Vengo de la editorial —le expliqué sin rodeos porque no necesitaba dárselos. Yo no había hecho nada malo, al contrario, había ayudado de un modo que nadie más que yo podía y él tenía que entenderlo. Marcus tenía muchas cosas buenas, pero también defectos que estaba viendo al querer comenzar una relación—. ¿Quieres que pasemos?

Marcus se había puesto firme, casi dispuesto a estar a la defensiva y asintió, aunque dudoso y yo no lo culpé. Yo estaba haciendo algo detrás de él, a sus espaldas, pero tampoco era la Lizzie que había conocido hacía poco tiempo. Había crecido y me había vuelto capaz de tomar mis propias decisiones y hacerme cargo de ellas. La editorial no era algo mío, pero había llegado en un momento de crecimiento y le tenía mucho aprecio.

La lista del jefe [Editorial Scott #1]Where stories live. Discover now