12 [La vieja mejor amiga]

6.9K 720 188
                                    


Después de desvivirme pensando en los mensajes de acoso que recibí durante la semana, después de no llegar a ningún lado por ello, después de no haber podido dormir los días subsiguientes a la amenaza, después de imaginar criaturas espantosas que ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de desvivirme pensando en los mensajes de acoso que recibí durante la semana, después de no llegar a ningún lado por ello, después de no haber podido dormir los días subsiguientes a la amenaza, después de imaginar criaturas espantosas que me perseguían en el bosque a causa del estrés y de toda la mierda que me vi obligada a pasar: me siento, por fin, tranquila.

Y realmente creo que me merezco una noche así.

El centro de Deeping Cross es agradable a esta hora. Nadie me mira como si fuera una intrusa o una turista; me camuflo a la perfección con el submundito joven que disfruta de la vida. Hay bastante más movimiento del que me esperaba gracias a la modernización y los sitios que permanecen abiertos. Sin contar a Twisted y el restaurante, la estación de servicio, la cafetería y el minimercado —que ahora es un open 24 horas— están abiertos, cosa que me parece todo un logro considerando la cantidad de habitantes.

Suelto un suspiro nervioso, tengo que confesar que estoy algo ansiosa por volver a ver a la persona que está detrás de la barra... 

Si es que el idiota de Pratt no me mintió, claro.

Camino por el pasillo de la entrada donde me dan la bienvenida varios carteles de regulación típicos. Nada de menores de edad y tampoco fumadores, leo el de que la casa se reserva el derecho de admisión y que puede decidir cuándo dejar de servir tragos a un cliente, además de los carteles de comercio habilitado por el municipio de Deeping Cross y un eterno blablablá que me sorprende. Me imagino que tienen que cumplir con muchas regulaciones para que un negocio de este tipo sobreviva en el pueblo, más con lo tradicionalistas y religiosos que son aquí.

Casi al final del pasillo me topo con otro par de puertas dobles. La luz intermitente y de colores se escabulle por debajo y la emoción comienza a recorrerme. Cuando mi mano roza la madera negra, una chica a un costado me sorprende tras un escritorio. Su voz subida por el retumbe de la música casi me mata de un infarto.

Aún con las manos en el pecho, intentando aplastar el apabullante golpeteo de mi corazón, ella me pide mi abrigo y dice que me lo puede guardar en alguno de los casilleros disponibles. Tiene una sonrisa en los labios y sé que disfruta haberme casi matado de un infarto. Suelto un suspiro, ya que es solo una cría que con suerte debe tener dieciocho años. Me recuerdo que yo soy una adulta que debe tener paciencia, y le correspondo el saludo. Desvío mi vista hacia un costado y veo varias decenas de estantes con cosas dentro. Algunos tienen bolsos de ropa, de esos deportivos llenos de cosas, mochilas e incluso veo uno que tiene una pila de libros de diferentes tamaños; muy pocos parecen ser locker de antro y tienen abrigos, zapatos bajos o zapatillas demasiado cómodas como para ir de fiesta. Alzo una ceja, curiosa, sintiéndome tentada de preguntar por todo lo demás y arrepintiéndome de haber dejado los míos afuera.

Ella parece leerme la mente, por lo que dice:

—Las familias de Deeping Cross pueden ser un poco anticuadas —explica casi en un grito por el ruido de la música—, muchos de nuestros clientes deben cambiarse de ropa al salir o entrar.

No sigas la música || ¡Ya en librerías! 📚💜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora