Capítulo 15: Un cacao del bueno

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Pasé la tarde enganchada a la televisión y las redes, sin poder dejar de consumir todo lo que decían sobre mí. A esas alturas ya sabían dónde trabajaba yo, y en los últimos minutos salían varias jóvenes hablando de Esteban y su rol en el Afrodita como «puerta». Le mandé varios mensajes pidiéndole que por favor me cogiese el teléfono. No lo hizo. Con todas las mentiras que había en la televisión no sabía cómo estaría. Aunque cuando le contase la verdad tampoco creía que mejorase demasiado.

Cuando sonó el timbre de casa di un salto. No era el telefonillo, que había sonado varias veces a lo largo de la tarde, sino el de la propia puerta. Fui de puntillas y observé por la mirilla, esperando ver a algún cámara. Encontré otra cosa. Un hombre rubio y con una barba de dos días estudiada. Su nariz era recta y los ojos marrones, intensos. Era descaradamente atractivo. Octavio.

Abrí la puerta y le dejé pasar. Cerró la puerta tras de sí y me miró de una manera que nunca lo había hecho. No había anhelo, ni tampoco tristeza. No sabía qué significaba eso. Todavía no habíamos dicho ninguna palabra, ni siquiera un saludo. Me di cuenta de que estaba muy sudado.

—¿No habrás venido corriendo?

—¿Qué más te da? He venido a entregarme para que me puedas llevar a Robo-People.

—¿Qué dices?

—Ya sé que te han dado la opción y te lo quiero poner fácil. Solo te pido una cosa, que sea rápido, por favor. No aguanto este dolor.

Puse mis manos en su pecho y sentí su corazón. Seguía asombrándome cómo habían creado hasta el último detalle.

—Octavio...

—Por favor, antes de que pierda la fuerza y cambie de idea.

—No te voy a llevar a ese sitio, ni ahora, ni nunca.

Dejó caer la cabeza y suspiró. Cogió mis manos y las besó.

—Lucía, te quiero tanto...

—Y no sería un problema si no te hubiesen programado para decir eso.

—Hasta donde yo sé, me programaron para enamorarme de ti, pero no especificaron exactamente de qué. No es un amor vacío, te quiero por muchas cosas. Por cómo te despiertas por las mañanas. Cómo te desvistes para ir a la ducha. Cómo acaricias a Mauro. —El nombrado se restregó contra sus piernas—. La manera en la que te emocionas con una película o te enfadas con un programa. La cara de concentración cuando sacas una foto y la sonrisa de satisfacción cuando ves el resultado. Todo eso no es programado. Todo eso es tuyo y es lo que amo de ti.

Me dio un beso cálido y cargado de sentimientos. Yo rocé su mejilla con mi mano y lo aparté con cuidado. No iba a poder explicarme bien si acabábamos sin ropa.

—Me gusta alguien —solté de sopetón. Él dio un paso atrás como si lo hubiese golpeado. Hice su dolor mío y lloré.

—¿Quién?

—Quizás lo has visto en los programas estos... Se llama Esteban.

—¿El «puerta» del Afrodita?

—También está estudiando para desarrollo de videojuegos, pero eso no lo han averiguado.

—¿Cuánto te gusta?

—Mucho.

Octavio paseó las manos por su pelo con nerviosismo. Se sentó en nuestro sofá y dejó caer la cabeza entre sus piernas.

—Dime, Lucía, ¿qué he hecho mal? —susurró Octavio.

—Nada. Bueno, sí. Mentirme.

—Si me hubiesen programado para decirte desde el primer día que era un robot, ¿acaso me hubieras dado una oportunidad?

—Lo dudo. Más sabiendo que pretendía tener hijos. Lo hemos hablado muchas veces.

—Y podemos tenerlos. —Levantó la cabeza y me tendió la mano para que me sentase a su lado—. Se elige un candidato masculino humano con características físicas similares a mí y me pasan unos viales para introducir antes de tener relaciones.

—¡¿Y me habrías hecho tener el hijo de otra persona?!

—Sería nuestro.

—¡No! Parece que no te escuchas. Lo que tu comentas con tanta naturalidad sería una suerte de inseminación artificial no consentida. Será mejor que te marches.

—Lucía...

—No quiero seguir hablando. Vete, por favor.

—Vale. —Se levantó del sofá—. Cuando te decidas, házmelo saber. Me aterra que me reprogramen, pero más aún vivir sin ti. Iré yo mismo a Robo-People si hace falta.

—¿Si no te escojo pedirás que borren lo que sientes por mí?

—Sí.

—¿Y recordarás nuestra boda? ¿Nuestro viaje a Venecia?

—No lo sé y no es justo que me preguntes eso. Harán lo que sea necesario para que deje de... —Octavio no pudo acabar la frase—. Será mejor que me marche.

—Será lo mejor.

Con un nudo en la garganta fui hasta la puerta y se la abrí como una buena anfitriona. Antes de marcharse, Mauro correteó detrás de él. Octavio se agachó y le acarició el lomo:

—Cuida de ella por mí, campeón.


✶✶✶✶✶✶

Octavio aparece en vuestra puerta con al camiseta chorreando... ¿qué hacéis? ¿Qué pensáis de lo que le ha dicho a Lucía?

#TeamOctavio

#TeamEsteban

#TeamGael

Mi marido es un robot [COMPLETA] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora