La primera vez en los aposentos del sultán

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Narra Elena

-Escuchen bien muchachas, el día de hoy le darán entretenimiento al sultán, y si consiguen gustarle, talvez una de ustedes pueda ir a sus aposentos- dijo Sumbulag.

Todas se emocionaron bastante, la verdad yo no veía porque tanta emoción.

-Sumbulag les enseñará todo lo necesario para esta noche, obedezcan todo lo que el les diga- dijo la señora Daye.

Sumbulag nos enseñó a bailar sensualmente para poder conquistar al sultán.

La verdad no quería destacarme mucho entre las demas, pero el sonido de los instrumentos era tan contagiosa que cuando me quise dar cuenta ya estaba bailando libremente en el pasillo del Harem.

-Ademas de hermosa aprendes rápido Elena, si usas esa energía está noche talvez seas la elegida- dijo Sumbulag con una gran sonrisa.

Al caer la noche, nos preparamos yo y las demás chicas para poder ir donde el sultán se encontraba.

Nos pusimos hermosos vestidos, adornos en el cabello y aún en el camino las demás seguían ensayando sus pasos de baile.

Al entrar todas hicimos una reverencia, hacia el sultán.

Todas teníamos la mirada baja y allí fue cuando empezó la música y acordé al tiempo, por turnos cada una se adueñaba del centro de la habitación.

Al llegar mí turno intente no destacarme mucho y pero debido a un movimiento levante la cabeza y al hacerlo pude divisar al sultán y admirar su apariencia.

Había que admitir que era muy guapo, esa cabellera oscura, sus ojos azules cielo y sentado en ese trono le daba aires de grandeza.

No me di cuenta que durante todo mí baile, mire al sultán directamente a los ojos y al finalizar la música, todas nos quedamos inmóviles.

El sultán se levantó de su asiento y dio tres pasos al frente.

Lo único que se podía escuchar en esa habitación era la respiración de todos los presentes y allí fue cuando bajo mis pies apareció un pañuelo morado.

Lo tomo lentamente con mí mano sin levantar la cabeza, y podría jurar que escuche la leve risa del sultán.

Al día siguiente por la mañana.

-Sumbulag, que significa este pañuelo?- pregunté, me desperte temprano esta mañana para buscar una respuesta, ya que no quería que las demás me vieran, ya que anoche sus miradas de odio fue lo que obtuve después de este pañuelo.

-Escucha bien niña, al obtener el pañuelo morado significa que el sultán te ah elegido directamente para que pases una noche con el- dijo Sumbulag.

No podía creer lo que había escuchado, era exactamente lo que no quería, pero ahora no podía hacer nada, debía obedecer los deseos del sultán o estaba segura que me castigarían severamente.

La noche llego más rápido de lo esperado, la señorita Firial se encargó de prepararme, me puse un hermoso vestido rojo y luego Sumbulag me acompaño hasta los aposentos del sultán.

Nos detuvimos en la puerta, donde se encontraban dos guardias.

-Y recuerda que debes hacer?-

-Acercarme hasta el sultán, arrodillarme ante el, besar sus ropas, no levantarme hasta que el me lo permita y no verlo a los ojos a menos que el me deje hacerlo - dije tranquilamente, aunque por dentro estaba muy nerviosa.

-Bien muchacha, el sultán quedará encantado contigo-

Sumbulag entro a los aposentos del sultán, debía infórmale que su nueva concubina había llegado, al salir, me dijo que podía entrar.

Sin apresurarme hice todo lo que había repetido anteriormente a Sumbulag.

Me quedé arrodillada durante unos segundos, hasta que el sultán me tomo de la barbilla y me levanto.

Mientras el miraba los rasgos de mí rostro, yo aún miraba al suelo.

-Puedes mirarme- dijo el finalmente.

Levante la vista y por segunda vez, me tope con esos ojos color cielo que debo decir me dejaron hipnotizada.

El sultán me dirigió hasta su cama, y allí tuve mí primera noche con el.

La Sultana Olvidada Onde histórias criam vida. Descubra agora