Capítulo 8

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                                   Madisson

Una vez aparcada la mato de Bell me acompañó hasta la entrada de mi casa.

— Aquí estamos —dijo.

— Si... —murmure mordiéndome el labio sin saber bien que decir — Me lo he pasado muy bien esta noche -dije mirando sus oscuros ojos.

— Yo también me lo he pasado muy bien contigo.

— ¿Hablamos mañana?

— Claro —sonrió — Hasta mañana.

— Hasta mañana -le sonreí de vuelta- Saqué las llaves de mi bolso y comencé a abrir la puerta.

— Madisson, espera —me detuvo Bell agarrando mi brazo.

— ¿Que pasa?

— Dime la verdad, ¿te ha resultado raro lo de esta noche?

— Un poco, aunque, no sé, ha sido agradable. Ven, sentémonos -cogí su mano y nos sentamos en el banco e madera que había en el porche- Dime qué te ha parecido a ti.

— Bueno, ha sido raro, sabía que sería raro cuando te pedí salir, pero aun así no me arrepiento -se encogió de hombros- ¿Si te pregunto algo me responderás con la verdad?

— Sabes que sí.

— ¿Crees que esto podría funcionar? Lo nuestro, digo.

— No lo se —bufé — Nunca me lo había planteado, pero podría ser, al fin y al cabo siempre hemos sido muy buenos amigos.

— ¿Crees que podrías llegar a enamorarte de mi algún día?

— No lo sé -me encogí de hombros — Bell, siempre has sido mi mejor amigo, jamás me he planteado tener algo más contigo, pero tal vez, con el tiempo podría llegar a amarte —abarqué una de sus manos entre las mías — Dime, ¿me quieres?

— Más de lo que te puedes llegar a imaginar —cogió mi mano y acarició su mejilla con ella.

— Dame tiempo, ¿vale? Dale tiempo a mi corazón para poder corresponderte.

Me incliné hacia él y besé castamente sus labios.
Me separé de él y lo miré con una pequeña sonrisa.

— Buenas noches Bell —bese su mejilla y me levante del banco. Abrí la puerta y me giré para ver cómo Bell se montaba en su moto y se ponía el casco. Me despedí de él con la mano y el me devolvió el gesto.

Entré en casa y cerré la puerta tratando de no sacar apenas ruido.

Mi reloj de muñeca decía que eran algo más que las doce, por lo tanto, todos estarían durmiendo. Colgué mi cazadora en el perchero y cuando me giré mis ojos se encontraron con dos intensos ojos de color azul que me miraban de manera penetrante.

— ¿Que horas son estas? —me pregunto Derek con firmeza.

Enamorada de mi hermanastro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora