Capítulo 30

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                                 Madisson

— Despierta —susurré en su oído.

— Tengo sueño —murmuró. Cogió su almohada y se tapó la cabeza con ella.

— Venga, tienes que levantarte y llevarme al instituto.

— ¿Solo quieres que me levante para llevarte al instituto?

— Me encantaría que me preparases el desayuno pero ya que eso es imposible, sí, quiero que te levantes para llevarme al insti.

— Me matarás con esas frases tan románticas.

— Vamos Derek —lo zarandeé por el hombro pero no reaccionó— ¡Dereeeek! —insistí— Si te levantas me ducho contigo.

— ¿De verdad? —sacó la cabeza de debajo de la almohada.

— No, idiota —se la arrebaté y le pegué en la cara.

— Señorita Holmes, se lo dije anoche y se lo vuelvo a repetir —me agarró por la cintura y me echó sobre la cama— Se está pasando conmigo —se puso sobre mí.

— ¿Y qué harás al respecto? —arqueé una ceja.

— Te encanta provocarme, ¿verdad? —se mordió el labio.

— Bastante —imité su gesto.

— Me encanta que lo hagas.

Me besó y atrapó mi labio inferior entre sus dientes haciendo que soltase un leve gemido.

Vale Madisson, tienes que parar y lo sabes.

El gruñó en respuesta y profundizó el beso. Estaba comenzando a sofocarme y y apenas podía respirar.

— Para —murmuré como pude. Se detuvo en seco y soltó un bufido.

— Está bien, ya paro —se quitó de encima y con el movimiento hizo que la manta que lo cubría se moviese. No pude evitar fijarme en su pantalón de pijama.

¡Aparta la mirada de ahí! iMadisson, deja de mirar ahí!.

— ¿Qué pasa? —preguntó al ver que tenía la mirada fija en el techo de su habitación— ¿Hay algo ahí arriba?

— No, es por no mirar lo que hay abajo.

— ¿A qué te refie... ioh! —comprendió lo que dije— ¿Qué te esperabas? Si vienes a mi habitación con propuestas de ducharnos juntos y mordiéndote el labio, es lógico que mi cuerpo reaccione.

— ¿Ha sido mi culpa?

— Completamente —dijo con tono jocoso mientras se levantaba de la cama— Me voy a la ducha, me vendrá bien.

— Creo que sí -reí.

Me levanté y salí a paso ligero de la habitación, no quería ni mirarlo a la cara porque sabía que me pondría roja como un tomate.

Bajé a la cocina y preparé rápidamente el desayuno.

Me senté en uno de los taburetes de la isla y comencé a desayunar mi tazón de leche con cereales. A los pocos minutos Derek bajó ya vestido y con el pelo húmedo.

— ¿Hay café? —preguntó.

— Sí —me levanté y me dirigí a la cafetera para servirle una taza.

— Voy a comer una manzana, ¿quieres otra? —se dirigió a la nevera.

— No, pero me comeré una naranja.

— Vale.

Ambos nos sentamos al lado del otro y comenzamos a desayunar tranquilamente.

— Funcionamos bien, ¿verdad? —preguntó.

— ¿A qué te refieres?

— Fíjate en el desayuno, fucionamos de manera sincronizada. Parecemos un matrimonio.

— ¿Matrimonio? —reí— Para el carro. Por ahora el matrimonio no es algo que entre en mis planes.

— ¿Quieres decir que si te propusiera matrimonio me dirías que no?

— ¿Es esa una proposición?

— Dios, ¿es sin querer o lo haces a propósito?

— ¿El qué? —inquirí divertida.

— Morderte el labio. ¿Es solo para provocarme?

— ¿Funciona? —respondí con otra pregunta.

— Joder.

Se levantó del taburete y cogió mi rostro entre sus grandes manos antes de besarme con furor.

Vale, lo admito, me gusta esto de provocarlo.

Enamorada de mi hermanastro ©On viuen les histories. Descobreix ara