Capítulo 24

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                                     Derek

Cuando salí de la universidad fui directo a casa.

Rachel me dijo que quedásemos aquella tarde pero le dije que no tenía ganas; tan solo quería ir a casa y cuidar a Madisson. El que estuviese enferma era una excusa estupenda para pasar tiempo con ella.

Aparqué el coche frente a la puerta del garaje y entré en casa; ya metería el coche cuando llegase
mi padre.

Entré en casa y fui directo a mi habitación. Tiré la pesada mochila negra al suelo y me fui al baño para darme una ducha.

Me había pasado las dos horas libres que tenía a la mañana tratando de recopilar todas las notas posibles de las clases que me había perdido. No tenía ni idea de por dónde empezar a recuperar las clases perdidas.

Me estaba poniendo los boxers cuando de pronto alguien llamó a la puerta. Me puse rapidamente los pantalones y bajé sin detenerme a ponerme de nuevo la camiseta.

Abrí la puerta y me encontré con Rachel quien se había cambiado de ropa y se había puesto un minúsculo vestido verde con rayas negras.

— Hola Rachell —dije confundido por su presencia.

— Hola, ¿puedo pasar?

— Sí, claro —me hice a un lado y dejé que entrara.

— Gracias

— De nada —cerré la puerta— Bueno, ¿querías algo?

— No, bueno, tan solo quería pasar un rato a solas contigo, ya que has dicho que no querías salir he pensado que te apetecería que viniese yo a tu casa.

— Oh.

No es que no me apetecía salir de casa, es que no me apetecía salir con ella

— Bien, pues... ¿vamos al salón? —le pregunté y ella asintió con entusiasmo.

Fuimos al salón y Rachel se quitó la pequeña chaqueta amarilla que tenía y la dejó encima de uno de los sillones. Nos sentamos en el sofá y Rachel se sentó pegada a mí.

¿Por qué no deja un poco de espacio? El sofá es MUY ancho.

— Sabes, te he echado de menos estos días —me dijo.

— He estado cuidando a mi hermana —dije tratando de separarme un poco pero la condenada se volvía a pegar a mí.

— Madisson tiene suerte. Has estado cuatro días enteritos cuidándola, que envidia me da —dijo y puso con disimulo su mano en mi muslo.

Esto es increíble.

— ¿Qué haces? —pregunté incómodo.

— Shhh —puso su dedo índice sobre mis labios en un ademán de que me callara— Solo disfruta.

— Pero qué... —pero antes de que pudiese acabar la frase ya había pegado sus labios con los míos.

Yo no le devolvía el beso, pero ella insistía e insistía cada vez con más intensidad. De pronto, cuando trataba de apartarla, se sentó encima mío con algo de brusquedad.

Ni siquiera me di cuenta de cuando se había desabrochado el vestido, ¿cuándo había apartado las manos de encima mío?

Me moví tratando una vez más quitarla de encima y soltó una especie de jadeo.

¿Va en serio? iNo fastidies que se está calentando!

Pero de pronto me di cuenta de que el sonido no había provenido de ella. Oí algo como unas pisadas; unas pisadas de tacón.

¡Joder!

Me giré con brusquedad y vi a Madisson corriendo hacia las escaleras. Me separé de golpe de Rachel y me puse en pie.

— Tienes que irte —le dije.

— ¿Qué? —preguntó confusa.

— ¡Que te largues! —le dije casi gritándole.

— Vale, tranquilo... —se puso su ropa y prácticamente salió corriendo de casa.

Subí corriendo a la habitación de Madisson y traté de abrir la puerta pero estaba cerrada con llave.

— Madi, por favor ábreme —dije forcejeando con el picaporte de la puerta, aunque sabía que no serviría de nada.

— Déjame Derek —murmuró.

— No, venga, abre la puerta.

— No, vete con Rachel y termina de hacer lo que estaban haciendo.

— Madi no lo entiendes, no iba a pasar nada.

— Por favor, lo he visto con mis propios ojos. Iban a hacer el amor —sollozó.

— No íbamos a hacer el amor.

— ¿Y porqué tenía el vestido abierto?

— Porque es rápida como una serpiente y se ha bajado la cremallera sin que me diese cuenta —volví a forejar con la puerta— ¡Joder ábreme!

— ¡Que te largues! —me soltó.

— ¡No ni hablar! ¿Es que no lo entiendes Madi? iNo quiero hacer el amor con Rachel, quiero hacértelo a ti!

— Muy bonito, ahora me dices que solo quieres acostarte conmigo.

— ¿Pero qué estás diciendo? —pregunté desesperado— Por el amor de Dios Madi. iTe amo! ¿Me oyes? iTe amo y por eso quiero hacerte el amor!

— ¿Y entonces por qué sales con Rachel?

— Porque soy idiota y pensé que te pondría celosa.

Me quede escuchando esperando alguna respuesta pero parecía que no se dignaba a contestarme.

Estaba por irme cuando de pronto sentí como la puerta se abría lentamente.

— ¿No la amas? —pregunto con los ojos irritados de llorar.

— En absoluto, no siento nada por ella —me agaché para quedar a su altura— La única a la que quiero es
a ti.

La miré esperando su respuesta, pero en lugar de ello, puso sus manos sobre mis mejillas y me acercó para besarme lentamente.

— Te quiero Derek. No puedo más. No soporto un segundo más sin decirte que te quiero y que te quiero a mi lado —me dijo.

— Yo tampoco puedo más con esto —la agarré por el mentón— Te quiero.

— Y yo a ti —me sonrió— Pero tienes que entender que esto no puede salir de entre nosotros.

— ¿Qué quieres decir?

— Lo nuestro no puede saberlo nadie, al menos por ahora. No creo que les guste a nuestros padres y tendremos que ir preparándolos, esperar al momento adecuado —acarició mi mejilla con delicadeza— ¿Lo entiendes?

— Pues claro que lo entiendo. Será nuestro secreto —la abracé estrechándola contra mi pecho.

— Nuestro gran secreto.

Enamorada de mi hermanastro ©Where stories live. Discover now