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- "Joven ama"

La mujer sintió unos brazos rodeando su cuerpo y pronto su cuerpo fue cubierto con una manta.

Gabriel se sentó a su lado ofreciéndole una taza con algo caliente en ella.

La lluvia había caído torrencialmente ese día y la luz de los rayos iluminaban la habitación.

- "Su padre ha suplicado para que se reúna con él"

¿Cuántas veces había oído aquella frase?

No lo recuerda.

Pero sabe la respuesta.

Coloca la taza en sus labios pero no la bebe, solo deja que sus labios se caliente hasta llegar al punto en que él tiene que arrebatarle para que no exista alguna quemadura.

- "El gran jefe ha tenido varias complicaciones. Muchos de los negocios están fallando y los socios se están preocupando"

Ella había oído eso de Estela las veces que tenía permitido su visita.

Todo había cambiado.

El territorio se había reducido considerablemente, nuevas pandillas que esperan la mínima oportunidad para atacar, el control de la policía perdido por el cambio en las jefaturas y lo más alarmante, su padre.

Según Estela el hombre se había vuelto un demonio en vida.

- "Estoy seguro de que se alegraría si pudiera verla"

La última vez que vio su rostro fue cuando la golpeó hasta la inconsciencia y la arrastro a éste lugar.

El hombre respetó su deseo de volver a verlo a menos que fuera llamado.

Gabriel había sido muy insistente desde la fiesta por su cumpleaños para que se reuniera con él.

- "Su padre la extraña mucho"

La mujer no dijo nada por mucho tiempo hasta que un golpeteo en la puerta interrumpió el ambiente.

Escuchó a Gabriel despedirse y como la puerta fue cerrada de nuevo dejándola sola con un guardaespaldas que tenía su rostro cubierto.

Aún no se ganaba su confianza lo suficiente para que pudiera estar por sí sola.

Ni siquiera había un espejo en la habitación.

Gabriel ordenó sacarlos todos en el momento en que la encontró con un fragmento cerca de su cuello.

Vayas memorias.

Un sonido parecido a una risa salió de sus labios.

- "Pequeña"

Aquella voz le erizo el erizo su cuerpo.

Con una gran conmoción en su interior, volteo para asegurarse de que ese sonido no solo estuviera en su cabeza.

Desde hace poco, las voces se habían hecho más claras.

El hombre se acercó a ella sigilosamente, como si temiera asustar a un animal herido.

Su rostro había cambiado.

Las arrugas y los cabellos blancos decorando su cabeza, no dejaron sin desapercibir el pasar de los años.

Y al igual que su hija, una expresión horrorizada se extendió por todo su rostro.

Esta era una las razones porque él jamás pudo tomar a riendas el negocio y dejó que su padre se hiciera cargo.

Siempre fue demasiado emocional, lo cual fue transmitido a su hija.

La Villana Es Realmente MalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora