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Minho no tenía mucha experiencia en su vida amorosa y sexual, pese a que todo el mundo creía que sí. No era el tipo de persona que podía tener relaciones con alguien sin haber tenido un vínculo emocional previo, por lo que no pudo evitar pensar en ello y también en lo que le había dicho Jeongin. "Si quieres coger puedes ser directo y claro, no tienes por qué decir que quieres enamorarme".

Jeongin le había dado a entender que había tenido sexo casual con varias personas, más que todo con aquellas que eran adineradas. Era natural que pensara que Minho sería uno más. Al parecer le tenía miedo al compromiso o, quizás, a enamorarse.

Mientras estaba echado sobre el sillón, mirando el techo en plena oscuridad y pensando en todo lo que había pasado ese día, le dió ganas de ir al baño. Al regresar a la sala vió una silueta pasar, pero de inmediato reconoció a Jeongin, el cual llevaba una silla consigo con dirección a la puerta principal, luego regresó y miró por detrás de las cortinas de las ventanas, como si alguien lo estuviera vigilando desde el exterior.

— ¿Jeongin? ¿Qué haces?

— Ella nos puede encontrar. — le respondió sin mirarlo. — Puede llegar en cualquier momento. Debo estar listo.

— ¿De quién hablas? — se fue acercando poco a poco a él. — ¿A dónde llevaste la silla?

— Tranquilo, sólo trabé la puerta con la silla, para que ella no pueda entrar.

— ¿Ella?

Jeongin suspiró y se volteó para mirarlo. Fue como si hubiera escapado de algún tipo de hipnosis o trance nervioso. Minho llegó hasta él y lo guió hasta el sillón, donde ambos tomaron asiento. El dueño del departamento encendió una lámpara que tenía al lado, por lo que esa luz amarillenta fue su única compañía.

— Mi madre. — soltó Yang con pesadez. — Ella... Yo hablaba de mi madre. Tengo miedo de que nos vuelva a encontrar. Seungmin y yo solíamos vivir en un lugar ubicado más cerca a la universidad, pero ella nos encontró y me estuvo amenazando con tal de que le diera dinero. Dice que la abandoné y es lo mínimo que merece por haberla menospreciado.

— Oh, vaya...

— Sí, lo sé. Y sí es lo que crees, ella es una adicta. Para ser más preciso, hablo de drogas. — dejó escapar un bufido y dijo por lo bajo — Maldita drogadicta.

— ¿Es por eso que se mudaron aquí?

— Sí. Yo realmente lamento que Seungmin tenga un amigo como yo — sonrió con amargura y desvió su mirada a sus manos frías. — Me di cuenta muy tarde de que él ha hecho de todo por mí. Lo he tenido tan presente en mi vida que, simplemente, lo di por sentado. Y ahora está con Hyunjin, haciendo quién sabe qué.

— Es el efecto Hyunjin. Te quita lo más preciado que tienes.

— ¿Qué te quitó a ti?

— Mi confianza... — respondió tan rápido que se avergonzó al segundo y carraspeo su garganta. — Pese a todo, realmente espero que tu amigo salga bien de todo esto. Sigue sin caerme bien, pero por lo que me cuentas, parece ser una buena persona.

— Fue la primera buena persona que conocí. Y para ser sincero, ha sido el único real. No sé cómo explicarlo, pero sus ojos siempre guardan cierta pureza y bondad. — sonrió de manera tan linda que Minho no pudo dejar de mirarlo por esos segundos. — Ojalá Hyunjin no le quite su brillo.

— ¿Tu niñez fue muy mala? — ante la pregunta las manos de Jeongin se volvieron puños sobre su regazo. Minho lo notó y colocó su mano izquierda sobre sus puños y la derecha en su hombro. — Disculpa. Como dijiste que Seungmin fue la primera buena persona que conociste, por eso lo supuse.

Primera hoja de otoño 🍁| MINJEONGWhere stories live. Discover now